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O axiología, estudio de la naturaleza de los valores, entidades que existen en diversos ámbitos humanos, como la ética, la estética, la sociología, la psicología o la religión. El tema de estudio de esta rama de la filosofía lo constituye la determinación de la naturaleza propia del valor, su sentido objetivo o subjetivo, su relación con los juicios de valor y con las tendencias humanas que satisfacen, y su clasificación e interdependencia mutuas.

Tiene un comienzo relativamente reciente, puesto que surge en la segunda mitad del s. XIX, con el movimiento neokantiano; su iniciador es H. Lotze, que concibe el valor como algo irreal, pero presente, cosa que inculca con su conocida frase «los valores no son, sino que valen», pero quienes desarrollan una verdadera filosofía del valor son los representantes de la escuela de Baden, Windelband y Rickert, principalmente; a ellos pertenece la distinción entre ciencias idiográficas y ciencias nomotéticas, siguiendo la distinción de Dilthey en ciencias del espíritu y ciencias de la naturaleza, y la constitución de los valores y los juicios de valor como objetos propios de la filosofía (mientras que de las ciencias de la naturaleza lo son los hechos). Junto a esta filosofía que da al valor una entidad trascendental, esto es, fundada en la estructura de la conciencia, por la misma época surge en Austria la denominada corriente subjetivista de los valores, patrocinada por Alexius von Meinong (1853-1920), discípulo de Brentano, y Christian von Ehrenfels (1859-1932), discípulo del anterior (autores que, además, constituyeron el núcleo primitivo de la psicología de la forma). Meinong sostiene (Investigaciones ético-psicológicas sobre la teoría del valor, 1894) que la valoración es un hecho meramente psíquico y subjetivo, y que el valor depende del agrado, opinión a la que contrapone Ehrenfels (Sistema de la teoría de los valores, 1896) que el fundamento del valor es el deseo, y no el agrado, puesto que también son valiosas cosas que no existen (el bien perfecto). La crisis del psicologismo (y la aceptación del objetivismo, finalmente, por parte de Meinong) y la crítica de que le hace objeto Husserl, origina una corriente fenomenológica, defensora del objetivismo axiológico, cuyo exponente principal es Max Scheler, que, en directa oposición al formalismo kantiano, trata los valores como cualidades a priori de las cosas, independientes por tanto de la experiencia humana, y verdadero contenido material de la ética (ver referencia). Para Scheler, los valores son objetivos y universales, y son los fundamentos del aprecio o de la desaprobación que producen en nosotros. Están ordenados jerárquicamente: desde lo agradable-desagradable, lo noble-vulgar, y los valores espirituales (bello-feo, justo-injusto, verdadero-falso), hasta lo sagrado-profano. Otro defensor del carácter objetivo de los valores es Nicolai Hartmann. En las corrientes existencialistas, en cambio, se consideran los valores más bien como fruto de la libre creación del individuo, que manifiesta así su capacidad de proyectarse fuera de sí.

Las teorías sobre el valor sostenidas por el empirismo lógico pueden considerarse como la antítesis y negación de la filosofía de los valores. Para Carnap, los juicios de valor son formas de lenguaje prescriptivo que expresan deseos en forma de mandatos. Un juicio de valor, como expresión que no puede ser ni verdadera ni falsa y que no es verficable, carece de sentido. Doctrinas parecidas sostiene Ayer, para quien tanto los juicios éticos como los estéticos son pseudoenunciadosy no son más que la expresión de un sentimiento.

Donald Davidson considera los valores como actitudes positivas del agente (las denomina actitudes pro), y entre ellos incluye no sólo los valores clásicos, sino también los principios estéticos, las ideas morales, los deseos, los fines y toda clase de preferencias. De esta manera, generaliza la noción de valor en un sentido semejante al usual en las teorías de sistemas dinámicos y en cibernética, que consideran valores toda clase de tendencias, como las que existen en todo sistema que posea alguna clase de teleonomía, homeostasis o autorregulación. Desde esta perspectiva, se habla de valores siempre que se manifiesten tendencias polares de atracción o repulsión, lo que en la actividad humana se expresa como aprobación o desaprobación. Teniendo en cuenta la teoría de la evolución, se distingue entre valores preprogramados genéticamente -o información valorativa (información sobre cómo actuar, qué evitar, hacia dónde tender; relacionados con los mecanismos biológicos de placer y dolor)-, y valores culturales adquiridos. Los primeros son transmitidos genéticamente y forman parte del bagaje general de la especie; los segundos, fruto del desarrollo de la cultura.

Bibliografía sobre el concepto

  • Frondizi, R., ¿Qué son los valores?. FCE, México, 1982, 5 ed.

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