Así como el hombre no está hecho para ser el juguete de una naturaleza ciega, menos aún lo está para serlo de las ciegas colectividades que forma con sus semejantes; pero para dejar de estar abandonado a la sociedad tan pasivamente como una gota de agua en el mar, sería necesario que pudiese conocerla y actuar sobre ella. En realidad, en todos los ámbitos las fuerzas colectivas sobrepasan infinitamente las fuerzas individuales: así, no es más fácilmente concebible un individuo que disponga de una porción de la vida colectiva que una línea que se amplía por la adición de un punto. Es ésta al menos la apariencia; pero en realidad hay una excepción y sólo una, a saber, el ámbito del pensamiento. En lo que concierne al pensamiento, la relación se invierte: el individuo sobrepasa a la nada, porque el pensamiento no se forma sino en una espíritu que se encuentra solo frente a sí mismo; las colectividades no piensan en absoluto.
S. Weil, Reflexiones sobre las causas de la libertad y de la opresión social, Paidós, Barcelona 1995, p. 117. |