Sexto Empírico: el tropo de la relación

Extractos de obras

I, 14. El octavo tropo procede de la relación. Puesto que todas las cosas son relativas, nos vemos obligados a suspender nuestro juicio sobre lo que son absolutamente y por naturaleza. Es necesario saber que aquí como en otras partes utilizamos el verbo ser en lugar del verbo aparecer, queriendo decir que todas las cosas aparecen relativas. Esto se entiende de dos maneras: una cosa es relativa al que juzga, y es relativa a lo que la acompaña, así lo derecho es relativo a lo izquierdo.

Hemos ya mostrado que todo es relativo al que juzga: cada cosa aparece relativa a este animal, a este hombre, a este sentido, a tal circunstancia;-y a lo que acompaña a la observación de la cosa: cada cosa aparece con esta mezcla, de este modo, en esta composición, en esta cantidad, en esta posición-. Pero es posible mostrar también que todo es relativo a alguna cosa del modo siguiente. ¿Lo absoluto difiere de lo relativo o no? Si no es diferente, es relativo. Si es diferente, como todo lo que es diferente es relativo a alguna cosa (a aquello de lo que se dice que difiere), lo absoluto es también relativo.

Además, en lo que existe, hay según los dogmáticos, los géneros superiores, las especies últimas, los géneros y las especies [intermedias]. Ahora bien, todo esto es relativo a algo. Por tanto todo es relativo. Además, en lo que existe, hay lo que es claro y lo que es obscuro, según dicen. Lo que aparece es señal de lo que es obscuro, porque lo que es obscuro está significado por lo que aparece.

Lo que aparece según ellos, revela lo que es obscuro. Lo que significa y lo que es significado son relativos. Por tanto, todo es relativo. Además, en las cosas que existen, unas son semejantes, las otras desemejantes, unas iguales, otras desiguales. Y esto son relaciones. Por tanto, todo es relativo.

Por último, aquel que niega que todo es relativo, confirma que todo es relativo, ya que muestra que la proposición misma «todo es relativo» es relativa a nosotros, que no es absoluta, porque él nos contradice.

En resumen, como mostramos que todo es relativo, evidentemente no podemos decir qué es cada objeto en cuanto a su naturaleza y absolutamente, sino cómo aparece, en relación con algo. De donde se sigue que debemos suspender nuestro juicio sobre la naturaleza de las cosas.

Bosquejos pirrónicos (selección), de R. Verneaux, Textos de los grandes filósofos. Edad Antigua, Herder, Barcelona 1982, p.108-109.