Sartre: el cuerpo propio no es una cosa.

Extractos de obras

El problema del cuerpo y de sus relaciones con la conciencia se ve a menudo oscurecido por el hecho de empezarse por considerar el cuerpo como una cosa dotada de sus leyes propias y capaz de ser definida desde afuera, mientras que la conciencia se alcanza por el tipo de intuición íntima que le es propia. En efecto: si, después de haber captado mi conciencia en su interioridad absoluta, trato, por una serie de actos reflexivos, de unirla a cierto objeto viviente constituido por un sistema nervioso, un cerebro, glándulas, órganos digestivos, respiratorios y circulatorios, cuya materia es analizable químicamente en átomos de hidrógeno, carbono, ázoe, fósforo, etc., encontraré insuperables dificultades: pero estas dificultades provienen de que intento unir mi conciencia no a mi cuerpo sino al cuerpo de los otros. En efecto: el cuerpo cuya descripción acabo de esbozar no es mi cuerpo tal cual es para mí. No he visto ni veré jamás mi cerebro ni mis glándulas endocrinas. Sino que, simplemente, de lo que he observado yo, hombre, al ver disecar cadáveres de hombres, de lo que he leído en tratados de fisiología, concluyo que mi cuerpo está constituido exactamente como todos los que se me han mostrado en una mesa de disección o cuya representación en colores he contemplado en los libros. Sin duda, se me dirá que los médicos que me han curado, los cirujanos que me han operado, han podido hacer la experiencia directa de este cuerpo que no conocía por mí mismo. No lo niego, y no pretendo estar desprovisto de cerebro, corazón o estómago. Pero importa ante todo escoger el orden de nuestros conocimientos: partir de las experiencias que los médicos han podido hacer sobre mi cuerpo es partir de mi cuerpo en medio del mundo y tal como es para otro. Mi cuerpo, tal cual es para mí, no se me aparece en medio del mundo. Sin duda, he podido ver yo mismo en una pantalla, durante una radioscopia, la imagen de mis vértebras; pero yo estaba, precisamente, afuera, en medio del mundo; captaba un objeto enteramente constituido, corno un esto entre otros estos, y sólo por un razonamiento lo reducía a ser el mío: era mucho más mi propiedad que mi ser.

El ser y la nada, Losada, Buenos Aires 1976, 4ª. ed., traducción de Juan Valmar, Cap. II, p. 386-387.

Ver:

El cuerpo, forma contingente de la necesidad de mi contingencia. (El ser y la nada, ed. cit. p.393-394)

El cuerpo, punto de vista sobre el que no puedo tener punto de vista. (El ser y la nada, ed. cit. p. 416-417.)