La acción social presenta todas las características de un verdadero sistema, susceptible de ser analizado en cuanto tal. En la acción social, en efecto, cabe encontrar los principales elementos constitutivos de un sistema:
1) Unas unidades o partes, que no son las personas individuales, sino, o bien los actos sociales llevados a cabo por esas personas, es decir, unos actos orientados normativamente; o bien los actores, es decir, las personas consideradas, no en tanto que individuos, sino en sus relaciones con otras [...].
2) Unos factores de organización o de estructuración de las unidades del sistema. Nos referimos a los modelos, a los roles y a las sanciones, en cuya virtud las unidades se vinculan entre sí, se conjugan para formar el conjunto de la colectividad o de la acción común.
3) La estructuración de las unidades se afirma en particular por su interdependencia: cada actor cumple su rol en función de las expectativas de los demás, en función también de los restantes roles que comporta la colectividad y en función de la manera de desempeñarlos los otros; los actos sociales llevados a cabo por los actores se suceden los unos a los otros de acuerdo con las nuevas expectativas que de cada uno hace nacer, con las respuestas que aporta o sugiere, con las frustraciones o las gratificaciones que procura, etc.
4) Finalmente, de esta organización y de esa interdependencia resulta una especie de equilibrio de intercambio, de complementariedad, de interacción; pero un equilibrio que evoluciona y cambia incesantemente, sujeto a un tiempo a las fuerzas de la interdependencia y a las de la espontaneidad de los actores. En resumen, y para hablar con propiedad, un equilibrio dinámico.
Introducción a la sociología general, Herder, Barcelona 1979, p. 66. |