Los interlocutores son un caballero de la orden religiosa de los hospitalarios y un almirante genovés, que ha descubierto la Ciudad del Sol en Taprobana, Ceilán, en el ecuador. La ciudad se eleva sobre un montículo rodeada de siete círculos de murallas, tantos como los círculos concéntricos de los planetas. En esta ciudad, creada a imagen de la República platónica, gobierna la filosofía, encarnada en Hoh, el Metafísico, asistido por tres ayudantes: Pon, Sin y Mor, personificaciones de Poder, Sabiduría y Amor, las tres «primalidades». Poder domina sobre la guerra y el arte militar; a Sabiduría compete gobernar sobre las artes, la mecánica y las ciencias; Amor se encarga del matrimonio, la procreación y la educación de los hijos.
Uno de los rasgos fundamentales de esta sociedad que se describe como igualitaria es la comunidad de bienes y de mujeres, que no requiere ni dinero propio ni familia; eliminando así la fuente del egoísmo, desaparecen también los robos, los crímenes y la violencia. Delitos menores se castigan con gran severidad y las leyes son pocas, breves y claras. La ciencia, la técnica y la cultura -detalle renacentista de su autor- tienen una importancia máxima, y los solarianos son creyentes, oran a Dios y admiran a Copérnico.
