Platón: la mímesis

Extractos de obras

[...] Entre los artífices de esa clase está, sin duda, el pintor; ¿no es así?

-¿Cómo no?

-Y dirás, creo yo, que lo que él hace no son seres verdaderos; y, sin embargo, en algún modo el pintor hace camas también. ¿No es cierto?

-Sí dijo-; también hace una cama de apariencia.

-¿Y qué hace el fabricante de camas? ¿No acabas de decir que éste no hace la idea, que es, según conveníamos, la cama existente por si, sino una cama determinada?

-Así lo decía.

-Si no hace, pues, lo que existe por sí, no hace lo real, sino algo que se le parece, pero que no es real; y si alguno dijera que la obra del fabricante de camas o de algún otro mecánico es completamente real, ¿no se pone en peligro de no decir verdad?

-No la diría -observó-, por lo menos a juicio de los que se dedican a estas cuestiones.

-No nos extrañemos, pues, de que esa obra resulte también algo oscuro en comparación con la verdad.

-No, por cierto.

-¿Quieres, pues -dije-, que, tomando por base esas obras, investiguemos cómo es ese otro imitador de que hablábamos?

-Si tú lo quieres -dijo.

-Conforme a lo dicho, resultan tres clases de camas: una, la que existe en la naturaleza, que, según creo, podríamos decir que es fabricada por Dios, porque, ¿quiénotro podría hacerla?

-Nadie, creo yo.

-Otra, la que hace el carpintero.

-Sí -dijo.

-Y otra, la que hace el pintor; ¿no es así?

-Sea.

-Por tanto, el pintor, el fabricante de camas y Dios sonlos tres maestros de esas tres clases de camas.

-Sí, tres.

-Y Dios, ya porque no quiso, ya porque se le impuso alguna necesidad de no fabricar más que una cama en la naturaleza, así lo hizo: una cama sola, la cama en esencia; pero dos o más de ellas, ni fueron producidas por Dios, ni hay miedo de que se produzcan.

-¿Cómo así? -dijo.

-Porque si hiciera aunque no fueran más que dos -dije yo-, aparecería a su vez una de cuya idea participarían esas dos, y esta sería la cama por esencia, no las dos otras.

-Exacto -dijo.

-Y fue porque Dios sabe esto, creo yo, y porque quiere serrealmente creador de una cama realmente existente y no un fabricante cualquiera de cualquier clase de camas, por lo que hizo ésa, única en su ser natural.

-Es presumible.

-¿Te parece, pues, que le llamemos el creador de la naturaleza de ese objeto, o algo semejante?

-Es justo -dijo-, puesto que ha producido la cama natural y todas las demás cosas de ese orden.

-¿Y qué diremos del carpintero? ¿No es éste también artífice de camas?

-Sí.

-Y el pintor, ¿es también artífice y hacedor del mismoobjeto?

-De ningún modo.

-Pues ¿qué dirás que es éste con respecto a la cama?

-Creo -dijo- que se le llamaría más adecuadamente imitador de aquello de que otros son artífices.

-Bien -dije-; según eso, ¿al autor de la tercera especie, empezando a contar por la natural, le llamas imitador?

-Exactamente -dijo .

-Pues eso será también el autor de tragedias, por serimitador: un tercero en la sucesión que empieza en el rey y en la verdad; y lo mismo todos los demás imitadores.

-Tal parece.

-De acuerdo, pues, en lo que toca al imitador pero contéstame a esto otro acerca del pintor: ¿te parece que trata de imitar aquello mismo que existe en la naturaleza o las obras del artífice?

-Las obras del artífice -dijo.

-¿Tales como son o tales como aparecen? Discrimina también esto.

-¿Qué quieres decir? -preguntó.

-Lo siguiente: ¿una cama difiere en algo de sí misma según la mires de lado o de frente o en alguna otra dirección? ¿0 no difiere en nada, sino que parece distinta? ¿Y otro tanto sucede con lo demás?

-Eso -dijo-; parece ser diferente, pero no lo es.

-Atiende ahora a esto otro: ¿a qué se endereza la pintura hecha de cada cosa? ¿A imitar la realidad según se da o a imitar lo aparente según aparece, y a ser imitación de una apariencia o de una verdad?

-De una apariencia -dijo.

-Bien lejos, pues, de lo verdadero está el arte imitativo; y según parece, la razón de que lo produzca todoestá en que no alcanza sino muy poco de cada cosa y en que esto poco es un mero fantasma. Así, decimos que el pintor nos pintará un zapatero, un carpintero y los demás artesanos, sin entender nada de las artes de estos hombres; y no obstante, si es buen pintor, podrá, pintando un carpintero y mostrándolo desde lejos, engañar a niños y hombres necios con la ilusión de que es un carpintero de verdad.

-¿Cómo no?

-Y creo, amigo, que sobre todas estas cosas nuestro modo de pensar ha de ser el siguiente: cuando alguien nos anuncie que ha encontrado un hombre entendido en todos los oficios y en todos los asuntos que cada uno en particular conoce, y que lo sabe todo más perfectamente que cualquier otro, hay que responder a ese tal que es un simple y que probablemente ha sido engañado al topar con algún charlatán o imitador, que le ha parecido omnisciente por no ser él capaz de distinguir la ciencia, la ignorancia y la imitación.

-Es la pura verdad -dijo.

República, 596e-598d, (Instituto de Estudios Políticos, Madrid 1969, vol. III, p.144-147. Traducción de José Manuel Pabón y Manuel Fernández Galiano).