Sócrates.- Ahora bien: si los nombres primitivos han de ser representaciones, ¿tienes tú un medio mejor de hacer de ellos representaciones que hacerlos lo más semejantes posible a los objetos que han de representar? ¿O te satisface más la explicación que da Hermógenes y muchos otros que los nombres son convenciones y que representan los objetos por obra de los que se avinieron a ello y conocían de antemano los objetos? ¿Admites tú que la exactitud de un nombre consiste en esta convencionalidad y que esta convencionalidad es indistinto establecerla tal como la tenemos establecida, o, por el contrario, llamar grande a lo que ahora llamamos pequeño, y pequeño a lo que llamamos grande? ¿cuál de estos dos sistemas prefieres tú? [...] Es necesario que, de alguna manera, la convencionalidad y el uso contribuyan a la representación de aquello que al hablar tenemos en la mente.
| Cratilo, 433e, (Obras completas, Aguilar, Madrid 1972, p. 546-458). |