Marx: el lenguaje

Extractos de obras

Y es sólo ahora, después de haber examinado cuatro momentos, cuatro aspectos de las relaciones históricas originales, cuando encontramos que el hombre tiene también «conciencia». Pero no es una conciencia que sea de entrada conciencia «pura». Pesa desde el primer momento una maldición sobre el «espíritu»: la de ser «maculado» por una materia que se presenta en este caso en forma de capas de aire agitadas, de sonidos; es decir, por el lenguaje. El lenguaje es tan antiguo como la conciencia, el lenguaje es la conciencia real, práctica, existente también para otros hombres, existiendo, pues, entonces solamente también para mí mismo, e igualmente que la conciencia el lenguaje sólo aparece con la necesidad de relación con otros hombres. Cuando una relación existe, existe para mí. El animal «no está en relación» con nada, no conoce en último término ninguna relación. Para el animal, sus relaciones con los otros no existen como tales relaciones. La conciencia es, por tanto, y desde el primer momento, un producto social directo e inherente a la existencia de los hombres. Queda claro que la conciencia es primeramente, y ya desde el nacimiento, la conciencia del medio sensible más inmediato y de la limitada interdependencia con otras personas y cosas situadas fuera del individuo que toma conciencia. Es al mismo tiempo una conciencia de la naturaleza, la cual aparece al principio a los hombres como una fuerza completamente extraña, todopoderosa e inatacable: las relaciones del hombre con ella son puramente animales, y queda dominado como las bestias del rebaño. Es, pues, una conciencia puramente animal de la naturaleza (religión de la naturaleza).

Se ve en seguida que esta religión natural o este comportamiento determinado respecto a la naturaleza están condicionados por la forma de la sociedad, y viceversa. La identidad de la naturaleza y el hombre viene a ser aquí manifiesta, como en todas partes, por el hecho de que la limitada relación de los hombres con la naturaleza condiciona la limitada relación de los hombres entre ellos, y que esta limitada relación entre ellos condiciona su limitada relación con la naturaleza, justamente porque la naturaleza casi no ha estado modificada históricamente y, por otra parte, el hombre tiene conciencia de la necesidad de asociarse con los individuos que le rodean: es el principio de la conciencia de vivir en sociedad. Este comienzo es en este estadio tan animal como lo es la misma vida social. Es una simple conciencia gregaria, y el hombre se distingue aquí de la res en el hecho de que la conciencia ocupa en él el lugar del instinto, o bien que su instinto es un instinto consciente.

Esta conciencia gregaria o tribal se desarrolla y perfecciona con el aumento de la productividad, la multiplicación de las necesidades y el incremento de la población, el cual constituye la base de los dos factores anteriores. Así se produce un desarrollo de la división del trabajo que no era, en un principio, otra cosa que la división del trabajo en la, relación sexual, y después viene a ser una división del trabajo espontánea o «natural» en virtud de las disposiciones naturales (fuerza física, por ejemplo) de las necesidades, de las causalidades, etc. La división del trabajo no llega a ser efectivamente división del trabajo más que a partir del momento en que se opera una división de trabajo material e intelectual. A partir de este momento, la conciencia puede verdaderamente imaginarse ser otra cosa que la conciencia de la práctica existente que está representando realmente alguna cosa sin representar ninguna real. La conciencia está entonces en estado de separarse del mundo y de pasar a la formación de la teoría «pura», teología, filosofía moral, etc. Pero también cuando esta teoría, esta teología, esta filosofía, esta moral, etc., entran en contradicción con las relaciones existentes, esto solo puede producirse por el hecho de que las relaciones sociales existentes han entrado en contradicción con la fuerza productiva establecida; por otra parte, dentro de una esfera nacional determinada, esto puede también llegar a suceder porque, en este caso, la contradicción no se produce dentro de esta esfera nacional, sino entre esta conciencia nacional y la práctica de las otras naciones, es decir, entre la conciencia nacional de una nación y su conciencia universal.

La ideología alemana, en F. Canals, Textos de los grandes filósofos: edad contemporánea, Herder, Barcelona 1990, p.17-19.