Kant: belleza libre y belleza adherente

Extractos de obras

Existen distintas clasesde belleza: la libre (pulchritudo vaga)y la meramente adherente (pulchritudo adhaerens). La primera no presupone concepto alguno de lo que sea el objeto; la segunda lo presupone y, además, presupone la perfección del objeto bajo ese concepto. Las especies de la primera se llaman bellezas de tal o cual cosa (existentes en sí); la segunda, en cuanto aneja a un concepto (belleza condicional), se atribuye a los objetos que se hallan bajo el concepto de un fin especial. Las flores son bellezas naturales libres. No es fácil que nadie, como no sea un botánico, sepa qué cosa en sí es una flor, y aun ése, que la considera órgano de reproducción de la planta, no tiene en cuenta para nada ese fin natural cuando juzga por medio del gusto. Por lo tanto, este juicio no se funda en ninguna clase de perfección, en ninguna finalidad interna, a que se refiere la composición de lo diverso. Muchos pájaros (el loro, el colibrí, el ave del paraíso) y multitud de testáceos marinos, son bellezas en sí, que no pertenecen a ningún objeto determinado por conceptos con vistas a su fin, sino que gustan libremente y por sí mismas. Así, las grecas, el follaje de orlas o empapelados, etc., nada significan de por sí, no representan ningún objeto bajo un concepto determinado, y son bellezas libres. En la misma especie puede incluirse lo que en música se llama fantasías (sin tema), y aun toda la música sin texto. En el juicio de una belleza libre (por la mera forma) es puro el juicio del gusto. [...] Pero la belleza de un hombre (y, dentro de la misma especie, de un varón, mujer o niño), la de un caballo, de un edificio (iglesia, palacio, arsenal, quinta), presupone un concepto del fin a que está destinado, de lo que la cosa debe ser y, por ende, un concepto de su perfección, siendo, por consiguiente, belleza adherente. Pues bien, al igual que la unión de lo agradable (de la sensación) con la belleza que propiamente afecta sólo a la forma, enturbiaba la pureza del juicio de gusto, también la enturbia la unión de la belleza con lo bueno (en virtud de lo cual, lo diverso es bueno para la cosa misma, según su fin).

Crítica del juicio,§16 (Losada, Buenos Aires 1968, p. 68-69).