Pero, ¿no son los números, preguntamos, lo que son, lo mismo si los «formamos» que si no los formamos? Cierto, la operación de contar la llevo yo a cabo, yo formo mis representaciones numéricas al ir añadiendo «uno a uno». Estas representaciones numéricas son ahora éstas, y, aunque las forme una segunda vez iguales, estas últimas son otras. En este sentido no hay temporalmente ninguna o hay temporalmente muchas, tantas como se quiera, representaciones numéricas de un mismo número. Pero justo con esto hemos hecho una distinción (y cómo podríamos evitarla); la representación numérica no es el número mismo, no es el dos, este miembro único de la serie de los números, que, como todos los miembros de esta serie, es un ser intemporal. Llamarlo un producto psíquico es, pues, un contrasentido, es pecar contra el sentido del lenguaje aritmético, que es perfectamente claro, de validez susceptible de ser vista con evidencia intelectual en todo momento, o anterior a todas las teorías. Si los conceptos son productos psíquicos, entonces cosas tales como los números puros no son conceptos. Pero si son conceptos, entonces los conceptos no son productos psíquicos.
Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía fenomenológica, § 22 (FCE, México 1949, p. 55-56). |