Duhem: la teoría física

Extractos de obras

la teoría física

Al considerar una teoría física como una explicación hipotética de la realidad material, se la coloca bajo la dependencia de la metafísica. Con ello, lejos de darle una forma en la que el mayor número de inteligencias puedan consentir, se limita su aceptación a quienes reconocen la filosofía en la que se sustenta...

¿No se podría asignar a la teoría física un objeto tal que llegue a ser autónoma? Fundada sobre principios que no revelaran doctrina metafísica alguna, podría ser juzgada en sí misma, y sin que las opiniones de los diversos físicos dependieran en nada de las escuelas filosóficas diversas a las que puedan pertenecer. ¿No se podría, para construir una teoría física, concebir un método que fuera suficiente? Consecuente con su propia definición, la teoría no emplearía ningún principio, no recurriría a ningún procedimiento del que no pudiera legítimamente hacer uso.

Este objeto, este método, nos proponemos fijarlos y estudiarlos.

Demos, desde ahora, una definición de la teoría física; esta definición, la secuencia de este escrito la elucidará, y desarrollará todo su contenido.

Una teoría física no es una explicación. Es un sistema de proposiciones matemáticas deducidas de un pequeño número de principios que tienen por objeto representar tan simple, tan completa y también tan exactamente como sea posible, un conjunto de leyes experimentales...

Así, una teoría verdadera no es una teoría que da, de las apariencias físicas, una explicación conforme a la realidad; es una teoría que representa de manera satisfactoria un conjunto de leyes experimentales; una teoría falsa no es una tentativa de explicación fundada sobre suposiciones contrarias a la realidad; es un conjunto de proposiciones que no concuerdan con las leyes experimentales. El acuerdo con la experiencia es, para una teoría física, el único criterio de verdad...

¿Para qué puede servir una teoría tal?

Tocante a la naturaleza misma de las cosas, tocante a las realidades que se ocultan bajo los fenómenos de los que hacemos el estudio, una teoría concebida bajo el plan que acaba de ser trazado no nos enseña absolutamente nada y no pretende enseñarnos nada. ¿Para qué es, pues, útil? ¿Cuál ventaja encontrarían los físicos en reemplazar las leyes que les proporciona directamente el método experimental por un sistema de proposiciones matemáticas que los representen?

En primer lugar, a un gran número de leyes que se ofrecen a nosotros como independientes unas de las otras, de las cuales cada una debe ser aprehendida y retenida por su propia cuenta, la teoría sustituye un muy pequeño número de proposiciones, las hipótesis fundamentales. Una vez conocidas las hipótesis, una deducción matemática con toda seguridad permite encontrar, sin omisión ni repetición, todas las leyes físicas. Una condensación tal de una muchedumbre de leyes en un pequeño número de principios es un inmenso descanso para la razón humana que no podría, sin semejante artificio, almacenar las riquezas nuevas que conquista cada día.

La reducción de las leyes físicas a teorías contribuye así a esa economía intelectual en la cual M. E. Mach ve el objeto, el principio director de la ciencia...

La teoría no es solamente una representación económica de las leyes experimentales; es también una clasificación de estas leyes.

La física experimental nos proporciona las leyes todas juntas y, por decirlo así, sobre un mismo plano, sin repartirlas en grupos de leyes que una especie de parentesco unifique. Muy a menudo, son causas del todo accidentales, analogías completamente superficiales, las que han conducido a los observadores a acercar, en sus investigaciones, una ley a otra ley...

Una teoría, al contrario, al desarrollar las numerosas ramificaciones del razonamiento deductivo que liga los principios a las leyes experimentales, establece, entre éstas, un orden y una clasificación; hay unas a las que reúne estrechamente apretadas en un mismo grupo, hay otras a las que separa unas de otras, y las coloca en dos grupos extremadamente alejados; da, por decirlo así, el índice y los títulos de los capítulos entre los cuales se repartirá metódicamente la ciencia que se trata de estudiar; señala las leyes que deben ordenarse bajo cada uno de estos capítulos...

Estos conocimientos clasificados son conocimientos de empleo cómodo y de uso seguro. En esas casillas metódicas donde se encuentran, lado a lado, las herramientas que tienen un mismo objeto, cuyos tabiques separan rigurosamente los instrumentos que no se acomodan a la misma necesidad, la mano del obrero toma rápidamente, sin titubeos, sin error, el útil adecuado. Gracias a la teoría, el físico encuentra con certeza, sin omitir nada útil, sin emplear nada superfluo, las leyes que le pueden servir para resolver un problema dado.

En todas partes donde el orden reina, trae consigo la belleza; la teoría pues no sólo hace el conjunto de las leyes físicas que representa más fácil de manejar, más cómodo, más útil, lo hace también más bello.

Es imposible seguir la marcha de una de las grandes teorías de la física, verla desenvolver majestuosamente, a partir de las primeras hipótesis, sus deducciones regulares; ver sus consecuencias representar, hasta en el menor detalle, una multitud de leyes experimentales, sin quedar seducido por la belleza de semejante construcción, sin experimentar vivamente que una creación tal del espíritu humano es verdaderamente una obra de arte.

La théorie phisique, son objet, sa structure, Parte I, cap. 2, § 1-3, París 2ª ed., 1914, p. 23-31; citado por Robert Blanché, El método experimental y la filosofía de la física, FCE, México 1980, p. 337-341.