Si arrojas un cilindro de piedra por una pendiente abajo, tú eres sin duda la causa primera y el principio de su caída, pero después él, al caerse, va dando vueltas, no porque tú seas causa de ellas, sino porque así corresponde a su modo de ser y su forma cilíndrica; así la disposición del hado, su modo de ser y su necesidad es causa del primer movimiento de las cosas, pero el impulso de nuestras determinaciones y los actos de nuestra mente caen bajo la dirección de nuestra propia voluntad y de la discreción de nuestros entendimientos.
Aulo Gelio, citado por E. Elorduy, El Estoicismo, 2 vols., Gredos, Madrid 1972, vol.1, p.176. |