Aristóteles: el entendimiento paciente.

Extractos de obras

Veamos ahora la parte del alma por la que el alma conoce y comprende, ya sea esta parte separada, o no separada, según la extensión sino según la razón. Tenemos que examinar cuál es su diferencia [específica] y cómo se produce la intelección.

Si la intelección es análoga a la sensación, pensar consistirá en padecer por la acción de lo inteligible, o por algún otro proceso del mismo género. Así pues esta parte del alma tiene que ser impasible pero susceptible de recibir la forma; que sea en potencia semejante a la forma pero sin ser esta forma misma, y que el entendimiento se comporte con los inteligibles del mismo modo que la sensibilidad con los sensibles. Por consiguiente, como piensa todas las cosas, el entendimiento necesariamente debe ser sin mezcla, como dice Anaxágoras, «a fin de que domine», es decir, que conozca. Pues manifestando su propia forma, estorba y se opone a la forma extraña. Por tanto, no tiene otra naturaleza que la de ser en potencia. Así esta parte del alma que se llama entendimiento (y entiendo por entendimiento aquello por lo que el alma piensa y comprende), no es ningún ser en acto antes de pensar. También por esto no es razonable admitir que el entendimiento esté mezclado con el cuerpo, porque entonces adquiriría alguna cualidad determinada, frío o caliente, o incluso poseería algún órgano como los sentidos, y en realidad, no tiene ninguno. Tienen razón los que han sostenido que el alma es el lugar de las formas, pero con la reserva de que no se trata del alma entera, sino del alma intelectiva, ni de las formas en acto, sino de las formas en potencia.

Que la impasibilidad de la sensibilidad y la del entendimiento no son parecidas, resulta claro si se consideran los órganos sensoriales y los sentidos. Pues el sentido no es capaz de sentir después de una excitación sensible demasiado fuerte: por ejemplo, no se percibe sonido después de sonidos intensos, igual que después de colores u olores muy fuertes no vemos ni olemos. Mientras que el entendimiento, cuando ha pensado un objeto muy inteligible, no se muestra menos capaz, sino al contrario, de pensar los objetos que son poco inteligibles. La razón es que el sentido no existe con independencia del cuerpo, mientras que el entendimiento está separado de él.

Cuando el entendimiento se ha convertido en cada uno de los inteligibles, en el sentido en que se llama sabio al que está en acto (cosa que ocurre cuando el sabio es, por sí mismo, capaz de pasar al acto), incluso entonces está aún en potencia de un cierto modo, pero no del mismo modo que antes de haber aprendido o haber descubierto; y entonces es capaz también de pensarse a sí mismo.

Puesto que la magnitud es diferente de la esencia de la magnitud, y el agua de la esencia del agua (y así ocurre a muchas cosas, pero no a todas) juzgamos de la esencia de la carne y de la carne misma, por facultades diferentes, o por actos diferentes [de la misma facultad]. Porque la carne no existe con independencia de la materia, sino que es como el chato: tal [forma] en tal [materia]. Así pues juzgamos del frío y del calor por la sensibilidad, igual que de las cualidades de las que la carne es una razón. Por el contrario, por otra facultad, o separada de la anterior, o que se halla en la misma relación con ella que la línea quebrada, una vez enderezada, con la línea quebrada en sí, juzgamos de la esencia de la carne. [...]

Pero podríamos ponernos la siguiente dificultad. Si el entendimiento es simple e impasible y no tiene nada común con ninguna cosa, como dice Anaxágoras, ¿cómo pensará, puesto que pensar es un cierto padecer algo? Cuando una naturaleza común pertenece a dos términos, parece que el uno actúa y el otro padece. Otra pregunta: ¿es inteligible el entendimiento ? En efecto, o bien el entendimiento pertenecerá a los otros inteligibles, si no es inteligible en virtud de otra cosa, y si lo inteligible es algo específicamente uno; o bien, mezclado con el entendimiento, habrá algún otro elemento extraño que lo hará inteligible, como a los demás inteligibles. ¿No deberíamos más bien volver a nuestra distinción precedente de la pasión que se ejerce gracias a un elemento común, y decir que el entendimiento es de algún modo en potencia los inteligibles mismos, pero que no es en acto ninguno de ellos antes de haber pensado? Debe suceder como en una tablilla en donde no hay nada escrito en acto; exactamente así es lo que ocurre con el entendimiento.

Por otra parte, el entendimiento es inteligible como lo son los inteligibles. Pues en el caso de los seres inmateriales son idénticos lo que piensa y lo pensado, porque la ciencia teorética y lo conocido por ella son lo mismo. Pero queda por determinar la causa de que no se piense siempre. Por el contrario, en las cosas que tienen materia cada uno de los inteligibles está sólo en potencia. De ello resulta que el entendimiento no puede pertenecer a estas últimas cosas (porque el entendimiento sólo es potencia de tales cosas con exclusión de su materia), mientras que la inteligibilidad pertenecerá al entendimiento.

Del alma, III, 4. (R. Verneaux, Textos de los grandes filósofos: edad antigua, Herder, Barcelona 1982, 5ª. ed., p.66-68).