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Término que se aplica a un conjunto sistemático de ideas filosóficas y políticas que se extiende por países de Europa -Inglaterra, Francia y Alemania, principalmente- desde mediados del s. XVII al XVIII, y que se considera como uno de los períodos más intelectualmente revolucionarios de la historia. Se caracteriza fundamentalmente por una confianza plena en la razón, la ciencia y la educación, para mejorar la vida humana, y una visión optimista de la vida, la naturaleza y la historia, contempladas dentro de una perspectiva de progreso de la humanidad, junto con la difusión de posturas de tolerancia ética y religiosa y de defensa de la libertad del hombre y de sus derechos como ciudadano. La importancia de la razón crítica, que es pensar con libertad, y que ha de ser como la luz de la humanidad, se deja ver en la misma raíz de las palabras con que, en los distintos idiomas, se significa este período: «Siglo de las luces», o «siglo de la razón», «illuminismo» (en Italia), «Enlightenment» (en Inglaterra), o «Aufklärung» (en Alemania). Todo cuanto se oponga, como rincón oscuro y escondido, a la iluminación de la luz de la razón -las supersticiones, las religiones reveladas y la intolerancia- es rechazado como irracional e indigno del hombre ilustrado, como «oscurantismo». Kant, con la frase «Sapere aude!» -¡atrévete a saber!- (ver cita), expresa acertadamente la labor que cada ser humano ha de ser capaz de emprender y llevar a cabo por propia iniciativa, una vez alcanzada ya, por historia y por cultura, la mayoría de edad del hombre. Las ideas ilustradas constituyen el depósito conceptual sobre el que se funda la manera moderna de pensar.

El conjunto de ideas ilustradas comunes se diversifica en cada país según la circunstancia filosófica y política en que se encuentra. La Ilustración comienza en Inglaterra con el empirismo de Locke y de Hume y el deísmo de muchos moralistas ingleses, ideas que, junto con el espíritu científico de Newton y de la revolución científica, se divulgan por la misma época en Francia gracias a la labor de ilustración que llevan a cabo los que se llaman a sí mismos philosophes y enciclopedistas. En Alemania la Aufkärung llega con cierto retraso y se convierte en un proceso de difusión de las ideas inglesas y francesas, cuyo efecto inmediato es la crítica a los valores defendidos por el feudalismo, convirtiéndose en despotismo ilustrado, en el aspecto político y, en el filosófico, en crítica de la razón, esto es aquella que no se fundamenta ni en la revelación ni en las ideas innatas, sino en la experiencia y los resultados de las ciencias, y no busca sacralizar lo que es natural y profano. En otros países, al sur y al este de Europa, España, Portugal e Italia, por ejemplo, la difusión y el eco de las ideas ilustradas fue menor.

Los representantes de la Ilustración francesa son sobre todo, pero no únicamente, los redactores de la Enciclopedia o diccionario razonado de las ciencias, las artes y los oficios (diecisiete volúmenes de 1751 a 1765): Diderot y d´Alembert (ambos también directores), Voltaire, d´Holbach, Rousseau, entre los principales, y otros como Chevalier de Jacourt, Quesnay, Turgot, Grimm, Helvétius, Toussaint, etc. El antecedente inmediato de esta obra lo constituye el Diccionario histórico-crítico (1695-1697) de Pierre Bayle, obra eminentemente escéptica y crítica con toda clase de errores. Con él empieza una nueva orientación en la filosofía francesa que consiste en interesarse más por problemas de importancia práctica que por cuestiones abstractas del origen de las ideas. Les philosophes es el nombre con que se distingue a estos espíritus ilustrados, en especial al grupo de pensadores vinculados con la dirección o la redacción de la Enciclopedia.

La Ilustración inglesa, menos espectacular en resultados y representantes, es no obstante fuente de inspiración de la francesa, y sus filósofos y pensadores son aquellos que los enciclopedistas y les philosophes tienen en mente: los resultados científicos de Newton y Robert Boyle y los principios filosóficos y políticos de Locke. Pero, junto con el empirismo y la renovación de la ciencia, los ilustrados ingleses se interesan por cuestiones como el deísmo y la moral. La discusión sobre el deísmo o la religión natural surge fundamentalmente con Cristianismo sin misterios (1696), obra de John Toland. En estas discusión participan Peter Browne, John Norris, Samuel Clarke, Anthony Collins, y sobre todo Matthew Tindal (a favor), con El cristianismo, tan viejo como la creación (1730) y Joseph Butler (en contra), con Quince sermones sobre la naturaleza humana (1726). La discusión en torno a la moral, o propiamente en torno a la autonomía de la moral, en la que participan autores como Anthony Ashley Cooper, conde de Shaftesbury, Francis Hutcheson, David Hartley, Bernard Mandeville, da lugar a las diversas teorías sobre el sentimiento moral como fuente de moralidad. David Hume, a quien cabe considerar como el representante más cualificado de la ilustración inglesa, participa en ambas discusiones sosteniendo tanto el deísmo, en Diálogos sobre la religión natural (1779), como la moral basada en el sentimiento, en Ensayo sobre los principios de la moral (1751). El utilitarismo, como doctrina ética basada en «el mayor bien para el mayor número», y la doctrina política del liberalismo basada en el «interés general» -ambas tributarias de la doctrina del «sentimiento moral»- son frutos sazonados de la ilustración inglesa.

La Ilustración alemana presenta asimismo sus propias características. La crítica a la superstición, al dogmatismo y al oscurantismo toman en Alemania la forma de estudio analítico de las posibilidades y límites de la misma razón. Esta orientación, que comienza con Ch. Wolff, culmina brillantemente en la filosofía de Kant, que dedica al estudio sistemático de la razón tres Críticas. Antecedentes de la filosofía alemana en esta época son las teorías racionalistas de Leibniz, el espíritu científico de Newton, la crítica escéptica de Hume y las ideas ilustradas de los franceses. Los grandes representantes de la Ilustración alemana son Christian Wolff, en quien confluyen todas estas tendencias como en una enciclopedia del saber, y Kant, quien con su apriorismo sostiene una forma de síntesis entre empirismo y racionalismo. El análisis de la razón lleva, en cambio, al wolffiano Baumgarten a considerar un tipo especial de conocimiento: el obtenido por las cualidades sensibles de las cosas, el conocimiento estético, o la percepción de lo bello. El deísmo tiene también sus seguidores en Alemania: Hermann Samuel Reimarus (1694-1768) escribe una justificación de la religión racional en Tratado sobre las principales verdades de la religión cristiana (1754), y un ataque contra la religión revelada y el poder en Fragmentos de un anónimo (parte de Apología de los adoradores racionales de Dios, y obra publicada entre 1774 y 1777). Moses Mendelssohn, en cambio, argumenta contra la mera religión natural, pero es un verdadero ilustrado que defiende el valor de la difusión de la filosofía (pertenece al grupo de la Populärphilosophie, filosofía popular, de la que Christoph Friedrich Nicolai [1733-1811] es el miembro más notable) y la tolerancia. En Gotthold Ephraim Lessing, poeta, polemista y filósofo, autor de Laocoonte o las fronteras de la pintura y de la poesía (1766), obra en que distingue la pintura (espacial) de la poesía (temporal), de un poema sobre la tolerancia, Nathan el sabio (1779), y de Educación del género humano (1780), donde trata de la relación, más que de la oposición, entre religión natural y religión revelada, la religión ha de entenderse como un fenómeno histórico visto desde la perspectiva del progreso humano; cada religión positiva (revelada) es una nueva y más madura etapa que completa a la anterior, la verdadera, no obstante, es la natural, la de la conciencia, que consiste en la actuación moral racionalmente fundada. Auténtico ilustrado, defensor de la tolerancia y autor de obras sobre crítica de la religión, ya que -según afirma- no puede criticar el poder político, se constituye en centro de la discusión sobre religión en Alemania por dos razones: por el llamado «problema de Lessing», publicado en Sobre la prueba del espíritu y de la fuerza (1777), con el que plantea la cuestión de cómo un hecho histórico (la vida de Jesús que cuentan los Evangelios) puede ser el fundamento de una religión que se considera trascendente, y por su supuesto panteísmo, origen de la polémica religiosa conocida con el nombre de Pantheismusstreit.

Las ideas de Locke, Hume, Newton y las de los philosophes llegan a Italia con algo más de retraso, pero hacia 1750 Milán y Nápoles se constituyen en centros difusores de ideas ilustradas. En 1761 Pietro Verri (1728-1797), economista y filósofo, organiza en Milán la «Società dei Pugni» (sociedad de los puños), a la que se adhieren también, entre otros, su hermano Alessandro Verri (1741-1816), crítico literario, y Cesare Beccaria, cuya obra De los delitos y de las penas (1764) -la obra cumbre de la ilustración italiana- pronto le proporciona fama mundial. En torno a la universidad de Nápoles, que, tras la expulsión de los jesuitas en 1767, se orienta hacia el derecho y la economía, destacan Antonio Genovesi (1713-1769), alumno de G. Vico, Ferdinando Galiani (1728-1787) y Gaetano Filangeri (1752-1788), teóricos de la economía política y de la jurisprudencia.

En España el movimiento ilustrado llega a su máximo esplendor durante el reinado de Carlos III (1759-1788), período que se califica de «despotismo ilustrado». Los ministros de ese monarca, Ensenada, Aranda, Campomanes, Jovellanos Floridablanca, etc., son personajes imbuidos de ideas ilustradas y promotores de reformas sociales y educativas. Los pensadores -que no se muestran ni radicales ni extremistas, como en otros países- orientan sus críticas contra la tradición en general y, en particular, contra la religión tradicional y las instituciones católicas en cuanto portadoras del espíritu de la Contrarreforma, y se muestran a favor de una secularización de la cultura y la sociedad. Las obras del benedictino Benito Jerónimo Feijoo (1676-1764) -Teatro crítico universal, subtitulado Discursos varios en todo género de materias para desengaño de errores comunes (1726-1739), y Cartas eruditas y curiosas en que por la mayor parte se continúa el designio del «Teatro crítico universal» impugnando o reduciendo a dudosas varias opiniones comunes (1742-1760)- difunden los ideales de la ilustración: lucha contra las supersticiones y el oscurantismo y difusión de temas científicos, filosóficos y culturales. Francisco Cabarrús (1752-1810), comerciante de origen francés que llegó a altos cargos en la Administración, propone en sus escritos -sobre todo en Cartas sobre los obstáculos que la naturaleza, la opinión y las Leyes oponen a la felicidad pública (escritas en 1792 pero publicadas en 1808)- una educación elemental laica y común para todos, ataca duramente la enseñanza religiosa, critica la organización de las universidades, sostiene los principios liberales y defiende la armonía entre razón y naturaleza.

Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811) es el ilustrado por excelencia de la corte de Carlos III, cuya política ilustrada ensalza a su muerte en Elogio de Carlos III (1788). Entiende la ilustración como una reforma general de todos los aspectos de la sociedad, desde la agricultura y la cría de ganados hasta el comercio, la industria, y la enseñanza; todo ha de organizarse según principios racionales, que tengan en cuenta los adelantos de las ciencias, nunca impuestos arbitrariamente, sino debidamente adquiridos por todos mediante la educación. A ésta dedica algunos de sus escritos principales: Memoria sobre la educación publica o tratado teórico-práctico de enseñanza, Bases para la formación de un plan general de instrucción pública y Curso de humanidades castellanas. Reglamento literario e institucional del Colegio imperial de Calatrava. Su defensa entusiasta del igualitarismo le lleva a atacar el concepto de propiedad privada y a propugnar un futuro social en que «todo será común».


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