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Nacimiento:1 enero 1909en ParísMuerte:1 enero 1943en Ahsford

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Filósofa y escritora francesa, nacida en París, en el seno de una familia acomodada, de origen judío, agnóstica y posiblemente atea. (Su hermano, André [1906-1998], es considerado uno de los matemáticos más importantes del siglo XX y uno de los fundadores del grupo Bourbaki). Inicia sus estudios de filosofía con Le Senne aunque en su formación influirá sobre todo Alain (Émile August Chartier, 1868-1961, famoso filósofo francés conocido por sus alumnos con el apelativo de «el hombre»); en 1928 ingresa en la Escuela Normal Superior y, conseguida la agrégation en filosofía, enseña durante un año en el liceo de Puy. Ya por esta época, la que sería llamada «la virgen roja», comienza a tomar parte en la lucha obrera y a relacionarse con las clases populares; amonestada por las autoridades académicas por esta conducta, deja la enseñanza y trabaja como simple obrera en los talleres de la Renault, en una granja y en la vendimia, (1934-1935).

Comienza su compromiso político y sindical-revolucionario y sus reflexiones sobre la sociedad y la opresión de la clase obrera. Sus opiniones sobre el fracaso de la revolución soviética (expresadas en el artículo Perspectivas. ¿Vamos al encuentro de una revolución proletaria?) no son del agrado de críticos marxistas, que las consideran anarquizantes; luego las reelabora como Reflexiones sobre las causas de la libertad y de la opresión social (1934). Se interesa por la política europea, se muestra confusamente pacifista (sólo hasta la invasión nazi de Praga), lucha contra el fascismo, aunque aborrece igualmente el estalinismo; se siente comunista, pero no recibe nunca el carnet de partido; se declara temerosa de una guerra total en Europa, pero viaja a España, en 1936, para unirse a los anarquistas del frente de Aragón y hasta toma el fusil. Un accidente -pisa inadvertidamente un depósito de aceite hirviendo- la obliga a ser evacuada y vuelve a París. Por esta época (entre 1937 y 1938) tienen lugar, al parecer, sus primeras experiencias místicas: un viaje a Portugal, donde presencia una procesión de pescadores; una experiencia estético-religiosa en la basílica de san Francisco en Asís, Italia, y una vivencia mística en el monasterio benedictino de Solesmes, Francia. A las antiguas vivencias sociopolíticas se añaden ahora otras nuevas, de orden moral, ético, religioso y hasta místico, que en parte las sustituyen.

Un decreto de junio de 1940 ordena censarse a todos los judíos de la zona libre; Weil lo rechaza afirmando que prefiere ir a prisión antes que al gueto. Hace tiempo ha rechazado ya considerarse judía, y en esta época, que parece de conversión religiosa, rechaza igualmente bautizarse como cristiana; en sus cartas al padre Perrin, dominico, cuenta 35 razones para no hacerlo; la principal, porque rechaza a la Iglesia como organización, depositaria como es de un antiguo totalitarismo que sostiene que fuera de ella no hay salvación. Prefiere permanecer, según expresión suya, en la intersección, ni dentro ni fuera, para poder pensar con libertad; no quiere pertenecer a ninguna colectividad que le imponga una manera de ser o pensar. «Las colectividades -dice- no piensan» (ver texto).

Detenida dos veces por la Gestapo, se aleja de París. Entre 1940 y 1942 vive en Marsella; es la época de sus ataques más feroces contra el judaísmo, al que trata de raza malvada inspiradora del cristianismo. En mayo de 1942, siguiendo a sus padres, que huyen de la persecución antisemita, embarca para Nueva York; siente el viaje como una «deserción» y se traslada de nuevo a Londres con la intención de colaborar con la resistencia. En Londres trabaja para «France libre», a las órdenes del general De Gaulle. Propone una nueva redacción de Declaración de los derechos del hombre y del ciudadadano, en la que los derechos se sustituyeran por deberes: «No tiene sentido decir que los hombres tienen, por un lado, derechos y, por el otro, deberes... El hombre en sí, tiene sólo deberes ...; frente a él, los demás sólo tienen derechos», dice en Echar raíces (1949).

Debido a la escasa alimentación que toma, para solidarizarse con la situación de la Francia ocupada, su salud se deteriora hasta el extremo de que, en 1943, es internada por tuberculosis en un sanatorio, en Ahsford, condado de Kent, donde muere en agosto del mismo año. Según el forense, «la fallecida se mató, al negarse a tomar suficiente alimento, al estar sus facultades mentales trastornadas». Según el «Tuesday Express», del 24 de agosto de 1943, «Profesora francesa se deja morir de inanición.»

No parece haber en las obras de Simone Weil -muchas publicadas a título póstumo- Ciencia y percepción en Descartes (1930), Reflexiones sobre las causas de la libertad y de la opresión social (1934), Algunas reflexiones sobre los orígenes del hitlerismo (1939), Opresion y libertad (1955), La gravedad y la gracia (1947), Echar raíces (1949)- un sistema unitario de pensamiento; Weil ha ido haciendo filosofía a medida que los acontecimientos la obligaban a la reflexión, pero trata los temas fundamentales de que se ocupa -en modo alguno inconexos o aislados-, en el ámbito del sindicalismo revolucionario, la sociopolítica, la ética o la religión, con una profundidad filosófica y una lucidez sorprendente.

En su combativa exposición del marxismo y de la sociedad en Reflexiones (1930), critica a Marx en especial por el optimismo que pone en su teoría del desarrollo de las fuerzas productivas, que habrían de llevar el progreso y la revolución, analiza el mecanismo de la opresión, común a todas las sociedades, capitalistas o socialistas, traza un bosquejo de una sociedad libre, con los valores fundamentales de libertad (ver texto), pensamiento individual, nuevo concepto de progreso y cultura del trabajo, y pone de relieve -con un análisis realista, casi nihilista- los desequilibrios de la sociedad actual, por necesidad engendradora de formas totalitarias de organización social y regresión.

A partir de 1934, sus reflexiones filosóficas parten de acontecimientos que ella misma vive: colonialismo, barbarie nazi, burocracia estalinista, experiencia obrera, judaísmo, guerra, frente popular. En las obras de sus últimos años, vividos a la sombra del cristianismo, destaca como elemento fundamental de su pensamiento su esfuerzo por comprender la desdicha (le malheur), «el gran enigma de la vida humana», presente en todas sus formas en la época actual. El cristianismo le interesa sobre todo como intento de respuesta.

En Echar raíces (L'Enracinement), obra que escribe por encargo de la «France libre», en Londres, trata de las relaciones existentes entre política y religión; negada la trascendencia de Dios, al hombre la sustituye por cualquier otra cosa que convierte en trascendente: la ciencia, la materia o la revolución.

Junto con Hannah Arendt, es una de las pensadoras contemporáneas más comprometidas con el rechazo del totalitarismo.

Bibliografía

Del autor

  • Weil, S., Reflexiones sobre las causas de la libertad y de la opresión social. Paidós, Barcelona, 1995.

Sobre el autor

  • Plant, S., Simone Weil. Herder, Barcelona, 1997.

Relaciones geográficas

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