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Nacimiento:1 enero 1588en La SouletièreMuerte:1 enero 1648

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Filósofo, físico y matemático francés. Nació en La Souletière (Cérans-Foulletourte) y estudió en La Flèche donde coincidió con Descartes (aunque Mersenne era ocho años mayor). En 1611 ingresó como fraile en la orden de los Mínimos. Vivió la mayor parte de su vida en París, donde el «padre Mersenne», como comúnmente se le conoce, logró forjar un círculo intelectual prestigioso a su alrededor. Estuvo en contacto con Hobbes y con Gassendi, y mantuvo una amplia correspondencia con los más importantes científicos, teólogos y filósofos de su tiempo, a la vez que contribuyó al mejor conocimiento de la obras de Galileo.

Pero lo que más caracterizó la actividad de Mersenne fue su constante contacto con Descartes (se le llamó «el hombre de Descartes»), contribuyendo a difundir el pensamiento de éste al recopilar las objeciones (él mismo redactó algunas de ellas) a la Meditaciones Metafísicas cartesianas, que Descartes contestó y editó conjuntamente en la edición de esta obra. No obstante, no sólo Descartes influyó en el pensamiento de Mersenne, sino que la teoría de éste acerca del carácter subjetivo de las cualidades sensibles, basada en la distinción entre cualidades primarias y secundarias inspirada en Galileo, influyó en Descartes, que la adoptó en su filosofía.

Mersenne aceptó el mecanicismo cartesiano, al que le había conducido sus estudios sobre acústica, aunque mantuvo un marcado dualismo entre mundo natural y mundo espiritual. Para él, el mecanicismo no sólo no es contrario a la religión, sino que la refuerza al destacar la inconmensurabilidad del espíritu con la materia. Desde esta perspectiva creía que podía combatir el escepticismo y el ateísmo, y se opuso a las corrientes vitalistas y ocultistas tan en boga durante el Renacimiento, ya que pensaba que los ocultistas, al identificar ciencia y magia, convertían los milagros en hechos naturales, mientras que el mecanicismo, que sustenta la inexorabilidad de las leyes físico-matemáticas de la naturaleza, destaca el carácter divino de los milagros como suspensión de las leyes naturales. En La verdad de las ciencias contra los escépticos o pirrónicos, se opuso al escepticismo y, aunque con Descartes admitía las razones de la duda acerca de la posibilidad del conocimiento de la realidad tal como es en sí misma, de ahí no infería la imposibilidad de todo conocimiento, pues la leyes mecánicas de la naturaleza nos proporcionan descripciones de los modos de relación de los fenómenos que estudian, y por ello son posibles las predicciones científicas.

Otras obras destacables son: La impiedad de los deístas, ateos y libertinos, combatida desde la filosofía y la teología, 2 vols. (1624) y Armonía universal (1636).

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