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Nacimiento:10 abril 1857en ParísMuerte:13 marzo 1939en París

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Historiador de la filosofía, sociólogo y etnólogo francés. Fue profesor de filosofía en la École des Sciences Politiques y, desde 1899, en la Sorbona, universidad en la que ocupó el cargo dejado por Boutroux. Efectuó estudios sobre Leibniz, Descartes, sobre la filosofía racionalista y el idealismo alemán. Pero es más conocido como sociólogo y antropólogo cultural, ámbito en el que estuvo muy influenciado por la sociología de Durkheim.

En La moral y la ciencia de las costumbres (1903), Lévy-Bruhl defendió un radical relativismo cultural, al que acompañaba también un relativismo moral y la tesis de la inexistencia de una naturaleza humana universal. Por ello, según él, no puede establecerse una jerarquía entre la costumbres de las sociedades primitivas y las de las modernas. La tarea de elaborar una moral teórica está, pues, destinada al fracaso, solamente cabe la elaboración de una ciencia positiva que estudie las costumbres.

Pero el núcleo fundamental de su pensamiento se expone en Las funciones mentales de las sociedades inferiores (1910), y en La mentalidad primitiva (1922), obras en las que abordó el estudio de la mentalidad primitiva, elaborando una novedosa tesis que ponía en entredicho la validez de una supuesta razón universal e inmutable. Contra un suprarracionalismo que partía del prejuicio de considerar la existencia de un pensamiento pre-racional propio de las mentalidades primitivas, Lévy-Bruhl, basándose en una abundante documentación etnográfica, afirma que el pensamiento primitivo no es un estadio inferior del pensamiento racionalista civilizado. Según él, ambos se diferencian por el hecho de que el primero (al que llama pensamiento pre-lógico, pero no pre-racional) no se basa en los principios lógicos tal como los entiende el pensamiento racional civilizado. El pensamiento de las culturas carentes de escritura viola aparentemente nuestras reglas lógicas, y no se basa en el principio de no contradicción, pero no por ello deja de tener coherencia. Se trata de otra coherencia, en la que los sueños o los presagios, por ejemplo, participan de un sistema mental que, según Lévy-Bruhl, es común a todos los pueblos ágrafos. Este pensamiento está ordenado según el principio de participación, y en él no existe ninguna diferencia entre natural y sobrenatural (como lo prueban los estudios actuales de las creencias mágico-religiosas de los pueblos primitivos si dicho estudio se hace desde la perspectiva emic), de manera que, para el hombre primitivo, el mundo visible de los cuerpos físicos y el mundo invisible de los sueños, las sombras y las alucinaciones, forman un todo continuo e indistinguible. De ahí la gran importancia otorgada a los presagios, la adivinación y la interpretación de los sueños en la mentalidad primitiva. Este principio de participación establece conexiones entre distintos seres que, dada la continuidad entre lo visible y lo invisible, pueden formar parte indistintamente de cualquiera de estos dos ámbitos, lo que conduce a una noción de percepción distinta. Así, según Lévy-Bruhl, en la mentalidad primitiva incluso la percepción de los objetos está determinada por dicho principio de participación, mientras que para nosotros está determinada por el principio lógico de no contradicción. Por eso, para el primitivo cualquier cuerpo puede manifestar fuerzas ocultas allí donde nosotros solamente observamos datos como forma, peso o volumen.

Con esta tesis, Lévy-Bruhl hacía frente a un prejuicio eurocéntrico y propio de la mentalidad colonizadora, y manifestaba el punto de vista del otro al exponer la que, según él, es una radical heterogeneidad entre la mentalidad primitiva de los pueblos carentes de escritura, y la mentalidad moderna. Aquélla no es un estadio inferior sino, simplemente, distinto. No obstante, otro antropólogo francés, Claude Lévi-Strauss, atacó esta concepción. Para Lévi-Strauss (El pensamiento salvaje, 1962), Lévy-Bruhl se dejó llevar por un excesivo énfasis puesto en el análisis de los aspectos más emocionales de la mentalidad primitiva, que le impidió darse cuenta de que este tipo de pensamiento también incorpora las mismas funciones lógicas de la mentalidad moderna. En las catalogaciones de fenómenos naturales efectuadas en las clasificaciones totémicas aparecen, según Lévi-Strauss, las mismas estructuras lógicas que en cualquier clasificación propia de la mentalidad moderna, e incluso los mitos revelan una lógica estructurada. No obstante, la obra de Lévy-Bruhl tuvo la virtud de poner de manifiesto el supuesto eurocéntrico (propio de la mentalidad del colonizador ante el colonizado) con el que hasta entonces se había estudiado el pensamiento de las sociedades primitivas.

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