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Nacimiento:17 septiembre 1743en RibemontMuerte:28 marzo 1794

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Científico, filósofo y político, de nombre Jean-Antoine Marie Nicolas Caritat, nació en Ribemont, Picardía (Francia), de familia aristócrata y fue educado en el colegio jesuita de Navarre en París. Se interesa por las matemáticas y por la filosofía, traba conocimiento con los philosophes y colabora en la redacción de la Enciclopedia. A los veinticinco años es elegido miembro (1769) de la Academia de Ciencias y, más tarde, su secretario permanente. Colabora con el fisiócrata Robert Jacques Turgot, ministro de hacienda, se interesa por los problemas económicos desde una perspectiva liberal, y por las repercusiones en Europa de la independencia americana, y ofrece su casa como «salón» para reuniones de ilustrados. Se dejó atraer cada vez más por las ideas revolucionarias y fue el único de los ilustrados que participó activamente en la Revolución Francesa. Redactó un proyecto de constitución girondina, que finalmente fue descartado -en parte por no haber votado a favor de la ejecución de Luis XVI- y sustituido por el de los montañeses o jacobinos; tuvo que huir a causa de las críticas que dirigió a éstos.

Pasó las últimos meses de su vida encerrado en París, donde, en una pensión y sin disponer de documentos, redactó Bosquejo de un cuadro histórico sobre los progresos del espíritu humano, obra por la que ha pasado a la historia de la filosofía, publicada póstumamente (1795) y destinada en principio a ser una obra mayor. En ella interpreta la historia de la humanidad, que divide en diez períodos, como un verdadero progreso humano lineal, tanto en lo material como en lo moral, que avanza a modo de una liberación progresiva y que descansa en la convicción de la «indefinida perfectibilidad de la especie humana» Al trazar la historia desde la antigüedad, dedica especial atención a la invención de la imprenta como difusora imparable de cultura y conocimientos, que permite la revolución científica del s. XVII, período que comprende la octava época, y que desemboca en el triunfo de la razón en la época ilustrada, la novena. Ante la décima época, el futuro, se abre el progreso indefinido de la humanidad, basado en el desarrollo de las ciencias. El progreso es ante todo propiedad del espíritu, basado en la igualdad, la libertad y la desaparición de los prejuicios, que luego se extiende a la industria y al bienestar en el terreno práctico y el moral. Para evitar los obstáculos que se oponen al progreso, reclama una legislación sabia dirigida al bien común, una enseñanza libre de prejuicios, sin la cual no podría haber libertad, justicia, racionalidad o progreso moral, el uso de medios técnicos en la enseñanza y el desarrollo de un lenguaje universal.

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