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Teoría sociológica fundamentada en la noción de acción social, desarrollada sobre todo por Weber, Durkheim, Pareto y Parsons y otros, así como también por los sostenedores del llamado interaccionismo simbólico. La idea fundamental es que la realidad social se comprende a través de la comprensión del sentido que los agentes o actores sociales dan a sus acciones. Para Weber, la acción social tiene el sentido que le da el agente en su intención de interaccionar con el otro. Este sentido, además de ser expresión de la voluntariedad del individuo, se entremezcla con creencias, valoraciones, perspectivas y sentimientos. Para llegar a comprender la acción social, Weber la divide según cuatro tipos:

a) de finalidad racional o acción instrumental (Zweckrationalität), cuyo modelo es la acción económica y en la que el actor social busca la eficacia de los medios respecto de los fines;

b) de valoración racional (Wertrationalität), en la que la decisión sobre los fines se somete a una valoración moral;

c) de acción afectiva, en la que la acción queda dominada por las emociones y

d) de acción tradicional, en la que la acción se orienta por las costumbres tradicionales.

Estos cuatro tipos de acción social se mezclan en la realidad social y pueden no darse puros. Por otro lado, esta clasificación permite entender el conjunto de acciones sociales como dividido en dos grupos mayores: las acciones racionales y las irracionales. De la misma manera, Vilfredo Pareto distingue dos clases de acciones: las acciones sociales lógicas y las acciones sociales alógicas; las primeras se objetivan en intereses y las segundas en sentimientos. Para Pareto, la gran mayoría de las acciones sociales tiene origen irracional; la sociedad equilibrada busca la compensación entre intereses y sentimientos. Parsons, que también considera, como Weber, que la unidad mínima y fundamental de la realidad social es la acción humana, atribuye a ésta un «marco de referencia» dentro del cual debe interpretarse. Este marco está constituido por cuatro contextos, o subsistemas: el contexto biológico, propio de la fisiología del organismo humano; el contexto psicológico, relativo a la personalidad del individuo; el contexto social, o de interacción entre individuos o grupos, y el contexto cultural, o la aceptación de normas y valores compartidos. Cualquier acción debe entenderse dentro de estos cuatro contextos, que constituyen su marco de referencia, y que juntos forman el sistema más general de la acción, lo cual quiere decir que la ación social es resultado de la interacción de estos cuatro subsistemas. En ellos se distingue una jerarquía de sistemas, o una cibernética de sistemas, de modo que el superior gobierna o controla al inferior: el sistema cultural, compuesto exclusivamente por elementos simbólicos (valores, normas, ideologías) ocupa el nivel superior, mientras que el sistema biológico, compuesto de elementos fisiológicos materiales, ocupa el nivel inferior. El sistema social, dominado por el cultural, domina y controla, a su vez, al sistema de la personalidad. La acción social se inscribe propiamente en el subsistema social y el subsistema cultural, que, compenetrados y no pudiendo existir el uno sin el otro, constituyen la realidad social en conjunto, o sistema social propiamente dicho.Éste se estructura según un proceso de institucionalización de los elementos propios de la cultura, el subsistema dominante (valores, normas, ideas, símbolos) en formas permanentes y estables que configuran la organización social. Estos componentes estructurales son: los roles (modos como una persona participa en la interacción: una persona es madre, esposa, profesora, militante de un partido, etc.); las colectividades constituidas en torno a valores sociales (la familia, la escuela, el partido, etc.); las normas o modelos de comportamiento, y los valores, que son los objetivos deseables por todos. La acción social, por tanto, queda inscrita dentro de un «sistema de la acción». La manera adecuada de estudiar la acción social es, no obstante, considerándola dentro de su sistema propio, que es el social, y así se refiere Parsons al «sistema de la acción social». Hay sistema social cuando las interacciones entre los actores sociales, los individuos, se realizan a través de las instituciones sociales, esto es, a través de los «roles» y las «colectividades» institucionalizados, o pautas de conducta social estables y sometidas a normas. A todo sistema social le corresponden sus fines adecuados, en vista de los cuales precisamente existe: las funciones sociales. Parsons considera estos fines como los objetivos a que tiende libremente la decisión de los actores sociales y, al mismo tiempo, como los prerrequisitos funcionales que exige un sistema social:

a) El de adaptarse al medio: o función de adaptación; la economía.

b) El del logro de los objetivos del sistema: o función de obtención de objetivos; la política.

c) El de la integración del sistema: o función de integración; comunidades y organización de las partes dentro del todo.

d) El de mantener los valores del sistema: o función de estabilidad normativa; la familia, la escuela (ver cita).


Se achaca a la teoría de la acción social cierto individualismo metodológico. Sus planteamientos sociológicos en general son opuestos a los propios del estructuralismo en sociología.