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Metáfora

con la que, ya desde el s. XVIII, se describe cierto tipo de cambios radicales e

importantes a través de los cuales se produce el

desarrollo científico y, en especial, determinados cambios de mayor

importancia en la ciencia, como son la teoría heliocéntrica de

Copérnico, la mecánica clásica de Newton, o la

teoría química de Lavoisier. De forma más específica,

es el elemento fundamental dela teoría del desarrollo de la ciencia, tal

como la expone Thomas S. Kuhn en La estructura de

las revoluciones científicas (1962) (ver texto),

que supone que el progreso en la ciencia se produce por un cambio del

saber según una nueva visión del mundo científico (cambio de Gestalt),

o como mínimo, según una versión más suave, una reestructuración de los acuerdos

existentes entre los diversos miembros de la comunidad

científica, que es el sujeto de estas revoluciones (ver

texto). Así, por ejemplo, en la revolución copernicana, el paso del

paradigma geocéntrico al heliocéntrico no es producto de un saber

acumulativo, sino de un cambio de paradigma o de

hipótesis global, impuesto por el mero cambio relativo de posiciones entre

el Sol y la Tierra, y que acarrea -no, sin embargo, en el momento en que fue

propuesta- toda una serie de cambios conceptuales globales y de la misma

concepción del mundo, de la relación del hombre con el universo y de su

situación dentro del él(ver texto). Ejemplos

de grandes revoluciones científicas son, aparte de las ya mencionadas, la

J. Keplerteoría

atómica de Thomson y Rutherford, la teoría del electromagnetismo de Faraday y

Maxwell, el evolucionismo de

Darwin, la teoría genética de Mendel la teoría de

la relatividad de Einstein y la

mecánica cuántica.

HIST. Por «revolución científica» se entiende, además, sobre

todo en sentido histórico, el período de renovación de las

ciencias de la naturaleza, ocurrido entre los siglos XVI y XVIII, y que se

inicia con la publicación de la obra de Nicolás Copérnico,

De revolutionibus orbium coelestium [Sobre la revolución de los orbes

celestes], en 1543, y de Vesalio, De fabrica corporis humani [Sobre la

construcción del cuerpo humano], del mismo año (ver

imagen 1 y imagen 2), y culmina con los

Philosophiae Naturalis Principia Mathematica [Principios matemáticos de

filosofía natural] de Newton, en 1687. Durante este período y, por obra sobre

todo de Galileo, Kepler,

Descartes y Newton, tiene lugar la aparición y

constitución de la denominada «ciencia moderna», que se caracteriza

sustancialmente por el interés centrado en el conocimiento de la

naturaleza, el recurso a las matemáticas como medio de conocimiento y el uso

de un

método científico. Se ha señalado como una de las características más

esenciales de la revolución científica la aparición, durante esta época, de una

Galileo Galileiverdadera

comunidad científica(ver texto), de la

que es un ejemplo concreto la Royal Society, de

Londres, así como el establecimiento de redes de información entre los

científicos, configuradas por las visitas que los científicos se hacían unos a

otros, pero sobre todo por el recurso a periódicos, informes científicos y

cartas. Los historiadores supusieron que la nueva manera de hacer ciencia era

absolutamente distinta, y aun contrapuesta a la de la Edad Media, pese a la

existencia de algunos indicios renovadores en la ciencia medieval, sobre todo en

la universidad de Oxford. Pierre Duhem sostuvo, con

amplios y profundos estudios, la idea de que muchos de los conceptos de mecánica

y física, que se creían aportaciones originales y revolucionarias de la ciencia

moderna, no eran más que la lenta y gradual maduración de conceptos que tuvieron

su origen en escuelas medievales: la denominada «revolución científica» sería,

pues, más bien una evolución científica; en esta opinión le siguen

autores como A.C. Crombie, A. Maier, M. Clagett y otros (ver

cita).

Alexandre Koyré sostuvo exactamente la postura contraria, dando a la

«revolución científica» el carácter de una verdadera «mutación», la más

importante ocurrida desde el pensamiento cosmológico griego; la esencia de la

ciencia moderna consiste, según él, en la aplicación de las matemáticas al

estudio de la naturaleza, tal como ejemplifican los trabajos de Galileo. Le

siguen en la opinión del carácter

R. Descartesinnovador

y revolucionario de la ciencia moderna autores como A. Rupert Hall, I.B. Cohen,

G. Holton, R. Westfall y otros

(ver cita).

La expresión «revolución científica», en este sentido más

estricto, fue introducida por por H. Butterfield y difundida hacia los años

cincuenta, por obra sobre todo de A. Rupert Hall (ver

referencia).

Estudios:

P. Rossi, Los filósofos y las máquinas, Labor,

Barcelona 1966.

N.R. Hanson, Constelaciones y conjeturas, Alianza,

Madrid 1978.

I.B. Cohen, La revolución newtoniana y la transformación

de las ideas científicas, Alianza, Madrid 1983.


A. Elena, Las quimeras de los cielos. Aspectos epistemológicos de la

revolución copernicana, Siglo Veintiuno, Madrid 1985.

A. Rupert Hall, La revolución científica 1500-1750,

Crítica, Barcelona 1985.


I. NewtonA.

Koestler, Los sonámbulos, Salvat, Barcelona 1986.

J.M. López Piñero y otros, La revolución científica,

Historia 16, Madrid 1989.

M. Sellés y E. Solís, Revolución científica, Síntesis,

Madrid 1991.

Bibliografía sobre el concepto

  • Elena, A., A hombros de gigantes. Estudios sobre la primera revolución científica. Alianza Ed., Madrid, 1989.
  • Rupert-Hall, A., La revolución científica 1500-1750. Crítica, Barcelona, 1985.
  • Cohen, I. B., Revolution in science. Harvard University Press, Cambridge-Londres, 1985.

Relaciones geográficas

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