(del latín, religio, que deriva de relegere, recoger, repasar, releer, o de religare, religar)
Según la óptima definición de Émile Durkheim, «una religión es un sistema solidario de creencias y prácticas relativas a cosas sagradas, es decir, separadas, prohibidas, creencias y prácticas que unen en una misma comunidad moral, llamada Iglesia, a todos los que se adhieren a ella» (ver cita). Esta definición destaca como elementos esenciales de la religión las creencias en lo sagrado, que han de considerarse como un conjunto sistematizado y autónomo, y su aspecto social, por cuanto son compartidas por una colectividad. No es esencial a la definición la referencia a lo sobrenatural y a la divinidad, desde el momento en que no están presentes en grandes religiones, como el budismo, por ejemplo, en donde sí hay, en cambio, presencia de cosas sagradas («las cuatro nobles verdades»).
El origen del término es tradicionalmente confuso. Se le asignan dos etimologías: la de relegere, de Cicerón, según el cual a «aquellos que vuelven diligentemente con el pensamiento, por así decir, como si repasaran lo que concierne al culto de los dioses, se les llama religiosi legendo, de la misma forma que elegantes viene de eligendo, y de diligendo los diligentes y de inteligendo los inteligenti» (De natura deorum, II, 72); o la de religare, según Lactancio: «Nos hallamos unidos y vinculados (religati) a Dios por este vínculo de la piedad. De aquí toma el nombre la religión misma y no, como interpretaba Cicerón, de relegendo» (Divinae institutiones, IV, 28).
La tradición ciceroniana destaca el aspecto cultural de la religión, dado que el hombre religioso romano repasa atentamente sus deberes y los ritos que lleva a cabo para relacionarse con la divinidad, mientras que la versión de Lactancio, apologista del s. IV, supone una relación personal y real, que une el cristiano a Dios (ver texto ).
Una religión revelada se acoge, para explicar su origen histórico, a una revelación sobrenatural ocurrida en una época determinada y consignada en libros sagrados. Así, por ejemplo, el judaísmo, el cristianismo y el islam. Una religión revelada es también positiva, en el sentido de que ha recibido la sanción, o la fundación, de un poder superior, y se contrapone a la religión natural.
Una religión natural no recurre a ninguna revelación divina para explicar su existencia, que se basa simplemente en los mismos hechos religiosos humanos, en cuanto provienen de estados de conciencia de una determinada colectividad humana: sentimientos, temores, deseo de comprensión del mundo, etc. Que se llamen naturales no implica que no tengan creencias sobrenaturales.
Las llamadas religiones primitivas son religiones propias de los pueblos llamados primitivos. Durkheim les atribuye dos rasgos fundamentales y comunes: su naturalismo, es decir, su orientación a cosas de la naturaleza (vientos, ríos, astros, etc.), y su animismo, en el sentido definido por Tylor, esto es, la creencia de que existen en la naturaleza seres espirituales y espíritus personales, parecidos al hombre, pero superiores a él e invisibles a los sentidos.
Bibliografía sobre el concepto
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