Scheler: carácter a priori y objetivo de los valores

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Extractos de obras

Cuando expresamos con razón un valor, no basta nunca querer derivarlo de notas y propiedades que no pertenecen a la misma esfera de los fenómenos de valor, sino que el valor tiene que estar dado intuitivamente o reducirse a tal modo de ser dado. No tendría sentido preguntar por las propiedades comunes a todas las cosas azules o rojas, pues la única respuesta posible sería decir que son azules o rojas. De igual manera carece de sentido preguntar por las propiedades comunes a las acciones, o las convicciones, o los hombres, etc., buenos o malos.

De todo lo dicho se desprende que hay auténticas y verdaderas cualidades de valor, que representan un dominio propio de objetos, los cuales tienen sus particulares relaciones y conexiones, y que pueden ser, ya como cualidades de valor, más altas y más bajas, etc. Pero, si tal es el caso puede también haber entre ellas un orden y una jerarquía, independientes de la existencia de un mundo de bienes, en el cual se manifiestan, y también independientes de las modificaciones y el movimiento que ese mundo de los bienes sufra a través de la historia. Respecto a la experiencia de ese mundo de los bienes, los valores son a priori.

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No se confunda, pues, el hecho de que en cosas y en cuerpos haya disposiciones para los valores -o, con más rigor, para ser depositarios de valores, como, por ejemplo, para ser depositarios del valor «nutrición»- con la muy distinta afirmación de que el valor de esas cosas no sea más que una determinada disposición o capacidad.

Todos los valores (también los valores 'bueno' y 'malo son cualidades materiales que tienen una determinada ordenación mutua en el sentido de 'alto' y 'bajo'; y esto acaece con independencia de la forma de ser en que se las incluya: que, por ejemplo, se nos presenten como cualidades objetivas puras o como miembros de contenidos valiosos (tal el ser agradable o el ser bello de algo), o como momentos parciales de los bienes, o como el valor que «una cosa tiene».

Ética, Revista de Occidente, Madrid 1942, p. 39-40.