Saussure, Ferdinand de: lingüística estática y lingüística evolutiva

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Extractos de obras

Pocos lingüistas se dan cuenta de que la intervención del factor tiempo es capaz de crear a la lingüística dificultades particulares y de que coloca a su ciencia ante dos rutas absolutamente divergentes.

La mayoría de las otras ciencias ignoran esta dualidad radical; el tiempo no produce en ellas efectos particulares. La astronomía ha señalado que los astros sufren notables cambios, pero con eso no se ha creído obligada a escindirse en dos disciplinas. La geología razona casi constantemente sobre sucesiones; pero cuando llega a ocuparse de los estados fijos de la tierra no hace de ello un objeto de estudio radicalmente distinto. Hay una ciencia descriptiva del derecho y una historia del derecho; nadie las opone. La historia política de los Estados se mueve enteramente en el tiempo; sin embargo, si un historiador hace el cuadro de una época no tenemos la impresión de salirnos de la historia. Inversamente, la ciencia de las instituciones políticas es esencialmente descriptiva, pero puede muy bien en ocasiones tratar una cuestión histórica sin que su unidad se vea dañada. [...]

Verdad que todas las ciencias debieran interesarse por señalar más escrupulosamente los ejes sobre que están situadas las cosas de que se ocupan; habría que distinguir en todas según la figura siguiente:

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1º, eje de simultaneidades (AB), que concierne a las relaciones entre cosas coexistentes, de donde está excluida toda intervención del tiempo, y 2º, eje de sucesiones (CD), en el cual nunca se puede considerar más que una cosa cada vez, pero donde están situadas todas las cosas del primer eje con sus cambios respectivos.

Para las ciencias que trabajan con valores esta distinción es una necesidad práctica y, en ciertos casos, una necesidad absoluta. En este terreno se puede desafiar a los científicos a que no podrán organizar sus investigaciones de una manera rigurosa si no tienen en cuenta los dos ejes, si no distinguen entre el sistema de valores considerados en sí y esos mismos valores considerados en función del tiempo. [...]

Añadamos que cuanto más complejo y rigurosamente organizado sea un sistema de valores, más necesario es, por su complejidad misma, estudiarlo sucesivamente según sus dos ejes. Y ningún sistema llega en complejidad a igualarse con la lengua: en ninguna parte se advierte una equivalente precisión de valores en juego, un número tan grande y tal diversidad de términos en dependencia recíproca tan estricta. La multiplicidad de signos, ya invocada para explicar la continuidad de la lengua, nos prohíbe en absoluto estudiar simultáneamente sus relaciones en el tiempo y sus relaciones en el sistema. He ahí la razón de que distingamos dos lingüísticas. ¿Cómo las llamaremos? Los términos que se ofrecen no son apropiados por igual para señalar la distinción. Así historia y «lingüística histórica» no son utilizables, porque evocan ideas demasiado vagas; como la historia política comprende tanto la descripción de épocas como la narración de los acontecimientos, podría imaginarse que al describir estados de lengua sucesivos se estudia la lengua según el eje del tiempo; para eso habría que encarar separadamente los fenómenos que hacen pasar a la lengua de un estado a otro. Los términos evolución y lingüística evolutiva son más precisos, y nosotros los emplearemos con frecuencia; por oposición se puede hablar de la ciencia de los estados de la lengua o de lingüística estática.

Pero para señalar mejor esta oposición y este cruzamiento de dos órdenes de fenómenos relativos al mismo objeto, preferimos hablar de lingüística sincrónica y de lingüística diacrónica. Es sincrónico todo lo que se refiere al aspecto estático de nuestra ciencia, y diacrónico todo lo que se relaciona con las evoluciones. Del mismo modo sincronía y diacronía designarán respectivamente un estado de lengua y una fase de evolución.

Curso de lingüística general, Losada, Buenos Aires 1973, 12ª ed., p. 146-149.