Russell: los enunciados éticos expresan un deseo

Extractos de obras

Cuando un hombre dice «esto es bueno en sí mismo», le parece que está haciendo una afirmación pareja a si dijera «esto es cuadrado» o «esto es dulce». Creo que es un error. Pienso que lo que realmente el hombre quiere decir es: «quiero que todos deseen esto», o más bien «¡ojalá que todos lo deseen!» Si lo que dice se interpreta como una proposición, es meramente una afirmación de su propio deseo personal; si, por otra parte, se interpreta de un modo general, no afirma nada, meramente desea algo. El deseo, como un acaecer, es personal, pero lo que desea es universal. Pienso que ese curioso entrelazamiento de lo particular y lo universal es lo que ha causado gran confusión en la ética.

La cuestión puede, quizá, aclararse comparando una «oración» ética con otra que conlleve una afirmación. Si yo digo «todos los chinos son budistas», puedo ser refutado con la aparición de un chino cristiano o mahometano. Si digo «yo creo que todos los chinos son budistas», no puedo ser refutado por ninguna prueba como aquélla, sino sólo por la prueba de que yo no creo lo que digo; porque lo que yo afirmo es sólo algo referente a mi propio estado psíquico. Si ahora un filósofo dice «la belleza es el bien», puedo interpretarlo como si dijera «¡ojalá todos amaran lo bello!» (que corresponde a «todos los chinos son budistas»), o «yo deseo que todos amen lo bello» (que corresponde a «yo creo que todos los chinos son budistas»). La primera no hace ninguna aserción, pero expresa un deseo; puesto que no afirma nada, es lógicamente imposible que pueda haber prueba en favor o en contra, o que posea verdad o falsedad. La segunda oración, en vez de ser meramente optativa, hace una afirmación, pero que se refiere al estado de ánimo del filósofo, y sólo puede ser refutada por la prueba de que no tiene el deseo que dice tener. Esta segunda oración no pertenece a la ética, sino a la psicología o a la biografía. La primera oración que pertenece a la ética expresa un deseo de algo, pero no afirma nada.

Si el análisis anterior es correcto, la ética no contiene afirmaciones, ya sean verdaderas o falsas, sino que consiste en deseos de cierta clase general, a saber: aquellos que conciernen a los deseos de la humanidad en general -y de los dioses, ángeles y demonios, si existen. La ciencia puede examinar las causas de los deseos y los medios de realizarla, pero no puede contener ninguna sentencia ética genuina, porque se ocupa de lo que es verdadero o falso.

Religión y ciencia, FCE, México 1973, p. 161-162.