No es que la historia de la pragmática sea inexistente, sino que es muy breve (apenas una treintena de años). Paradójicamente, la pragmática no es una disciplina que haya nacido de un programa de investigación formulado en abstracto, como ocurre con la semiología por ejemplo, que ha seguido, por lo menos en su tradición continental, el programa lanzado por Saussure a principios de siglo. El punto de partida de la pragmática puede situarse en los trabajos de los filósofos del lenguaje, y más concretamente en dos series de conferencias pronunciadas en la Universidad de Harvard (las William James Lectures) en 1955 por John Austin y en 1967 por Paul Grice. En estas series de conferencias, consagradas a la filosofía, Austin introdujo una noción que será central en la pragmática, la noción de acto de habla, defendiendo con ella la idea de que la función del lenguaje en la comunicación no es principalmente descriptiva, sino de actuación: al utilizar el lenguaje, no describimos el mundo, sino que realizamos actos, los actos de habla. La existencia de hechos lingüísticos especializados en la indicación de los actos de habla fue, por tanto, uno de los primeros programas de investigación que se propusieron los lingüistas para fundar la pragmática.
Pero paralelamente, las conferencias de Grice fueron también determinantes, pues Grice demostró que el lenguaje natural no era imperfecto, como creían entonces los lógicos y los filósofos analíticos, sino que las relaciones lógicas establecidas por los enunciados en la comunicación (especialmente las relaciones de implicación y de inferencia) se regían por principios o reglas basadas en una concepción racional de la comunicación. A partir de ahí se hacía posible explicar cómo nos comunicamos más que lo que se significa mediante un enunciado. Como Austin, Grice va en contra de la tradición filosófica de la que procede. Si Austin afirma el carácter no descriptivo de los enunciados, Grice defiende la tesis de que los contenidos comunicados indirectamente en la comunicación (lo que él llama implicatures) corresponden a los aspectos no vericondicionales de los enunciados. En otras palabras, lo que está implícito no depende únicamente del contenido informativo del enunciado del que podrá decirse que es, según los mundos y las circunstancias, verdadero o falso.
Los trabajos de Austin y de Grice han dado lugar, en muy poco tiempo, a una explosión de trabajos científicos de orientaciones muy diversas: filosofía del lenguaje, lingüística, lógica, psicología cognitiva, psicolingüística, sociolingüística, inteligencia artificial. Estos trabajos no solamente han permitido realizar espectaculares avances en nuestro conocimiento del funcionamiento de las lenguas naturales, sino que han tenido también una incidencia importante en la arquitectura de la lingüística, y han permitido especialmente plantear de manera explícita las relaciones entre la estructura de la lengua y su uso, un problema que la tradición estructuralista había dejado totalmente de lado.
Dictionnaire encyclopédique de pragmatique, Éditions du Seuil, París 1994, p. 17-18. |