Leibniz: la tabula rasa

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Extractos de obras

Esta tabula rasa de la que tanto se habla, en mi opinión no es más que una ficción que no concuerda con la naturaleza y que se fundamenta únicamente en las nociones incompletas de los filósofos, como el vacío, los átomos y el reposo absoluto o relativo de dos partes de un todo entre sí, o como la materia prima cuando se la concibe sin ninguna forma. Las cosas uniformes, que no llevan en sí mismas ninguna variedad, sólo son abstracciones, como el tiempo, el espacio y los demás seres de las matemáticas puras. No hay cuerpo cuyas partes estén en reposo, y no hay sustancia que no se distinga en algo de otra cualquiera. Las almas humanas no sólo difieren de las restantes almas, sino también entre ellas, aunque las diferencias no sean de las denominadas específicas. De acuerdo con la prueba que creo poseer, toda cosa sustancial, sea alma o cuerpo, tiene su relación propia con todas las demás; y una y otra siempre deben diferir según determinaciones intrínsecas. Y aquellos que hablan de tabla rasa, tras haber desprovisto al almade ideas, no pueden decir qué es lo que queda, como les ocurre a los filósofos de la Escuela, que no le dejan nada a su materia prima. Se me responderá acaso que esta tabla rasa de los filósofos sólo quiere significar que el alma natural y originariamente sólo posee puras facultades. Pero las facultades sin ningún tipo de acto, en una palabra, las puras potencias de la Escuela, son asimismo ficciones que la naturaleza desconoce y que sólo se obtienen a base de hacer abstracciones. Pues, ¿dónde sería posible encontrar en el mundo una facultad que se reduzca a la sola potencia y no ejerza ningún acto? Siempre existe una disposición a la acción, y a una determinada acción mejor que a otra. Y aparte de la disposición, existe una tendencia a la acción, e inclusive, en cada sujeto existen una infinidad de tendencias: dichas tendencias nunca existen sin algún tipo de efecto. Concedo que la experiencia es necesaria para que el alma se vea determinada a tales o cuales pensamientos, y para que tome en cuenta las ideas que hay en nosotros, pero ¿cómo la experiencia y los sentidos pueden llegar a producir ideas? ¿Tiene el alma ventanas, se parece a las tablillas? ¿Es como la cera? Es claro que cuantos conciben así al alma, en el fondo la hacen corporal. Se me objetará el axioma admitido por los filósofos, según el cual «nada hay en el alma que no venga de los sentidos». Pero hay que exceptuar al alma misma, y a sus afecciones. «Nihil est in intellectu quod non fuerit in sensu, exige: nisi ipse intellectus». El alma entraña al ser, la sustancia, lo uno, lo mismo, la causa, la percepción, el razonamiento, y otras muchas nociones que los sentidos no pueden proporcionar.

Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano, l.2, cap. 1(Alianza, Madrid 1992, p. 114-115).