Leibniz: el optimismo

Extractos de obras

el optimismo

Es preciso reconocer en principio, del hecho que exista algo más bien que nada, que hay, en las cosas posibles o en la posibilidad misma, es decir, en la esencia, una cierta exigencia de existir, o bien por así decir, una pretensión de existencia, en una palabra, que la esencia tiende por sí misma a la existencia. De donde se sigue todavía que todos los posibles, es decir todo aquello que expresa una esencia o una realidad posible, tienden con igual derecho a la existencia, en proporción a la cantidad de esencia o de realidad, es decir, del grado de perfección que implican. Porque la perfección no es más que la cantidad de esencia.

Por ello, se comprende de la manera más evidente que, entre la infinidad de combinaciones y de series posibles, la que existe es aquella por la que puede existir un máximo de esencia o de posibilidad. Siempre hay, en las cosas, un principio de determinación que hay que deducir de la consideración de un máximo y de un mínimo, a saber, que se logre el máximo efecto con un mínimo gasto. [...]

De aquí que pueda comprenderse con admiración cómo, en la formación original de las cosas, Dios aplica una especie de matemática divina o de mecanismo metafísico, y cómo interviene la determinación del máximo. Así en geometría, entre todos los ángulos, el ángulo determinado es el ángulo recto. Así un líquido vertido dentro de otro heterogéneo, adquiere la forma que tiene el máximo de capacidad, a saber, la forma esférica. Así, todavía, y sobre todo en mecánica ordinaria, de la acción de muchos cuerpos graves concurrentes resulta el movimiento por el que a fin de cuentas se consigue la mayor pendiente. Y así como todos los posibles tienen igual derecho a existir, en proporción a su realidad, así todos los pesos tienen también igual derecho a la caída, en proporción a su gravedad; y así como se produce el movimiento por el que se señala el máximo de caída de los cuerpos, así también el mundo que llega a ser es aquel que realiza el máximo de posibles.

De la production originelle des choses prise à sa racine, Vrin, París, p. 84-85.