Kant: antinomia de la razón práctica

Extractos de obras

En el supremo bien práctico para nosotros, o sea, que ha de hacerse real por medio de nuestra voluntad, la virtud y la felicidad se conciben como necesariamente unidas, de suerte que lo uno no puede suponerse por una razón práctica sin que le pertenezca también lo otro. Ahora bien, esta unión (como todas absolutamente) es analítica o sintética. Pero como está dada no puede ser analítica, según acabamos de demostrar, tiene que concebirse sintéticamente y por cierto como enlace de la causa con el efecto; porque se refiere a un bien práctico, o sea a lo que es posible mediante la acción. Por consiguiente, o bien la apetencia de felicidad tiene que ser la causa motora para las máximas de la virtud, o la máxima de la virtud tiene que ser la causa eficiente de la felicidad. Lo primero es absolutamente imposible, porque (como se demostró en la analítica) las máximas que ponen el motivo determinante de la voluntad en el afán de la felicidad propia no son morales y no pueden fundar virtud alguna. Pero lo segundo es también imposible, porque todo enlace práctico de causas y efectos en el mundo, como resultado de la determinación de la voluntad, no se rige por intenciones morales de la voluntad, sino por el conocimiento de las leyes naturales [...], en consecuencia, de la escrupulosa observación de las leyes morales no cabe esperar un enlace necesario y suficiente para el bien supremo entre la felicidad y la virtud en el mundo.

Por lo tanto, si el bien supremo según reglas prácticas es imposible, también la ley moral que ordena fomentarlo tiene que ser fantástica y enfocada a fines vacuos imaginarios y, en consecuencia, falsa en sí.

Crítica de la razón práctica, libro 2, cap. 2,1 (Losada, Buenos Aires 1977, 4ª ed., p. 122-123).