Heidegger: la temporalidad y la cura.

Extractos de obras

Si el «estado de resuelto» constituye el modo de la cura propia, pero él mismo sólo es posible gracias a la temporalidad, entonces es necesario que el fenómeno mismo a que hemos llegado mirando al «estado de resuelto» represente tan sólo una modalidad de la temporalidad que en general hace posible la cura en cuanto tal. La totalidad del ser del «ser-ahí», la cura es: «pre-ser-se-ya-en (un mundo) como ser-cabe (entes que hacen frente dentro del mundo)». Cuando se fijó por primera vez esta estructura con miembros, se señaló que, en atención a sus miembros, era necesarios traer la cuestión ontológica más atrás aún o hasta poner de manifiesto la unidad de la totalidad de la multiplicidad de la estructura. La unidad original de la estructura de la cura reside en la temporalidad.

El «pre-ser-se» se funda en el advenir. El «ya-en» está denunciando que entraña el sido. El «ser-cabe...» se hace posible en el presentar. Después de lo dicho se prohibe de suyo tomar el «pre» y el «ya» de acuerdo con la comprensión vulgar del tiempo. El «pre» no mienta «precedencia» en el sentido del «aún no ahora, pero sí posteriormente»; ni tampoco significa el «ya» un «ya no ahora, pero sí anteriormente». Si las expresiones «pre-» y «ya» tuviesen esta significación «temporosa», que también pueden tener, se diría de la temporalidad de la cura que era algo que es sobre todo «anteriormente» y «posteriormente», «aún no» y «ya no». Se concebiría la cura como un ente que tendría lugar y transcurriría «en el tiempo». El ser de un ente del carácter del «ser-ahí» se convertiría en algo «ante los ojos», pero si tal cosa es imposible, entonces es necesario que la significación «temporosa» de dichas expresiones sea otra. El «pre» y el «preserse» indican el advenir, en el sentido de aquello que pura y simplemente hace posible que el «ser ahí» sea de tal suerte que le vaya su «poder ser». El proyectarse sobre el «por mor de sí mismo», que se funda en el advenir, es una nota esencial de la existenciariedad. El sentido primario de ésta es el advenir.

Igualmente significa el «ya» el sentido temporal existenciario del ser del ente que, en tanto es, es en cada caso ya yecto. Sólo porque la cura se funda en el sido puede el «ser ahí» existir como el ente yecto que él es. «Mientras» el «ser ahí» existe fácticamente, no es nunca pasado, pero sí que es siempre ya sido, en el sentido del yo soy sido. Y sólo puede ser sido mientras es. Pasado llamamos, por lo contrario, al ente que ya no es «ante los ojos». De aquí que el «ser ahí» existiendo, no pueda apresarse nunca a sí mismo como un hecho «ante los ojos» que «con el tiempo» surge y pasa y parcialmente ya es pasado. El «ser ahí» nunca «se encuentra» sino como factum yecto. En el encontrarse se sorprende el «ser ahí» a sí mismo como el ente que, siendo aún, ya era, es decir, es constantemente sido. El sentido existenciario primario de la facticidad reside en el sido. La fórmula de la estructura de la cura indica con las expresiones «pre» y «ya» el sentido temporal de la existenciaridad y la facticidad.

En cambio falta una indicación semejante del tercer ingrediente constitutivo de la cura: el cadente «ser cabe...». Esto significa que la caída no se funde también en la temporalidad, sino que denota que el presentar en que se funda primariamente el caer en lo «a la mano» y «ante los ojos» de que se cura, resulta incluido, en el modo de la temporalidad original, dentro del advenir y el sido. Resuelto, se ha recobrado el «ser ahí» justamente de la caída, para ser «ahí» tanto más propiamente en la «mirada» echada a la situación abierta.

La temporalidad hace posible la unidad de la existencia, la facticidad y la caída, constituyendo así originalmente la totalidad de la estructura de la cura. Los elementos de la cura no están simplemente amontonados, como tampoco la temporalidad misma va «con el tiempo» componiéndose de advenir, sido y presente. La temporalidad no «es», en general, un ente. No es, sino que se «temporacía». Por qué, sin embargo no podemos de decir: «la temporalidad "es" -el sentido de la cura», «la temporalidad "es" -de tal o cual forma», sólo puede hacerse comprensible por medio de la idea aclarada del ser y del «es» en general. La temporalidad temporacía, y temporacía posibles modos de ella misma. Éstos hacen posible la multiplicidad de los modos de ser del «ser ahí», ante todo la posibilidad fundamental de la existencia propia e impropia.

Advenir, sido, presente ostentan los caracteres fenoménicos del «a sí», del «retro...», del «dejar que hagan frente...». Los fenómenos del «a...», «retro...», «cabe...», revelan en la temporalidad lo ὲχστατικόν por excelencia. La temporalidad es el original «fuera de sí» en y para sí mismo. Llamamos, por ende, a los caracterizados fenómenos del advenir, el sido y el presente los «éxtasis» de la temporalidad. Ésta no empieza por ser un ente que luego sale de sí, sino que su esencia es la temporación en la unidad de los éxtasis. Lo característico del «tiempo» accesible a la comprensión vulgar consiste entre otras cosas justamente en que en él , en cuanto pura secuencia de ahoras sin principio ni fin, resulta nivelado el carácter extático de la temporalidad original. Pero esta misma nivelación se funda, según su sentido existenciario, en una determinada temporación posible, conforme a la cual la temporalidad en cuanto impropia temporacía el llamado «tiempo». Si, por ende, se demuestra que el «tiempo» accesible a la comprensividad del «ser ahí» no es original, antes bien surge de la temporalidad propia, se justifica con arreglo al principio a potiori fit denominatio que denominemos a la temporalidad que acabamos de poner de manifiesto el «tiempo original».

El ser y el tiempo, F.C.E., México 1974, 5ª § 65, p. 354-356.