Diógenes Laercio: Tales de Mileto.

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Extractos de obras

1. Tales, según escriben Herodoto, Duris y Demócrito, tuvo por padre a Examio, y por madre a Cleobulina de la familia de los Telidas, que son fenicios muy nobles descendientes de Cadmo y de Agenor, como dice también Platón. Fue el primero que tuvo el nombre de sabio, cuando se nombraron así los siete, siendo arconte en Atenas Damasipo, según escribe Demetrio Falero en el Catálogo de los arcontes. Fue hecho ciudadano de Mileto, habiendo ido allá en compañía de Neleo, que fue echado de Fenicia; o bien, como dicen muchos, fue natural de la misma Mileto y de sangre noble.

2. Después de los negocios públicos se dio a la especulación de la Naturaleza. Según algunos, nada dejó escrito; pues la Astrología náutica que se le atribuye, dicen es de Foco Samio. Calímaco le hace inventor de la Ursa menor, diciendo en sus Yambos:

Del carro fue inventor, cuyas estrellas

dan rumbo a los fenicios navegantes.

Pero, según otros, escribió dos cosas, que son: Del regreso del sol de un trópico a otro, y Del equinoccio; «lo demás -dijo- era fácil de entender». Algunos son de parecer fue el primero que cultivó la Astrología, y predicó los eclipses del sol y mudanzas del aire, como escribe Eudemón en su Historia astrológica; y que por esta causa lo celebraron tanto Jenófanes y Herodoto. Lo mismo atestiguan Heráclito y Demócrito.

3. Tiénenlo muchos por el primero que defendió la inmortalidad del alma; de este número es el poeta Querilo. Fue el primero que averiguó la carrera del sol de un trópico a otro; y el primero que, comparando la magnitud del sol con la de la luna, manifestó ser ésta setecientas veces menor que aquél, como escriben algunos. El primero que llamó JD4"6V*" (triacada) la tercera década del mes; y también el primero, según algunos, que disputó de la Naturaleza. Aristóteles e Hipias dicen que Tales atribuyó alma a cosas inanimadas, demostrándolo por la piedra imán y por el electro. Pánfila escribe que habiendo aprendido de los egipcios la Geometría, inventó el triángulo rectángulo en un semicírculo, y que sacrificó un buey por el hallazgo. Otros, lo atribuyen a Pitágoras, uno de los cuales es Apolodoro logístico. También promovió mucho lo que dice Calímaco en sus Yambos haber hallado Euforbo Frigio, a saber, el triángulo escaleno, y otras cosas concernientes a la especulación de las líneas.

4. Parece que en asuntos de gobierno fueron sus consejos muy útiles; pues habiendo Creso enviado embajadores a los de Mileto solicitando su confederación en la guerra contra Ciro, lo estorbó Tales, lo cual, salido Ciro victorioso, fue la salvación de Mileto. Refiere Clitón que fue amante de la vida privada y solitaria, como leemos en Heráclides. Dicen algunos que fue casado, y que tuvo un hijo llamado Cibiso; otros afirman que vivió célibe, y adoptó un hijo de su hermana; y que preguntado por qué no procreaba hijos, respondió que «por lo mucho que deseaba tenerlos». Cuéntase también que apretándole su madre a que se casase, respondió que «todavía era temprano»; y que pasados algunos años, urgiendo su madre con mayores instancias, dijo que «ya era tarde». Escribe Jerónimo de Rodas, en el libro II De las cosas memorables, que queriendo Tales manifestar la facilidad con que podía enriquecerse, como hubiera conocido que había de haber presto gran cosecha de aceite, tomó en arriendo muchos olivares, y ganó muchísimo dinero.

5. Dijo que «el agua es el primer principio de las cosas; que el mundo está animado y lleno de espíritus». Fue inventor de las estaciones del año, y asignó a éste trescientos sesenta y cinco días. No tuvo maestro alguno, excepto que viajando por Egipto se familiarizó con los sacerdotes de aquella nación. Jerónimo dice que midió las pirámides por medio de la sombra, proporcionándola con la nuestra cuando es igual al cuerpo. Y Minies afirma que vivió en compañía de Trasíbulo, tirano de Mileto.

6. Sabido es lo del trípode que hallaron en el mar unos pescadores, y el pueblo de Mileto lo envió a los sabios. Fue el caso que ciertos jóvenes jonios compraron a unos pescadores de Mileto un lance de red, y como en ella sacasen un trípode, se movió controversia sobre ello, hasta que los milesios consultaron el oráculo de Delfos, cuya deidad respondió:

¿A Febo preguntáis, prole milesia,

cuyo ha de ser el trípode? Pues dadle

a quien fuere el primero de los sabios.

Diéronlo, pues, a Tales; Tales lo dio a otro sabio; éste a otro, hasta que paró en Solón; el cual diciendo que «Dios era el primer sabio» envió el trípode a Delfos.

7. De otra manera cuenta esto Calímaco en sus Yambos, como tomado de Leandrio Milesio. «Cierto arcade - dice- llamado Baticles, dejó una taza para que se diera al primero de los sabios. Habiéndola dado a Tales, y vuelta al mismo hecho el giro de los demás sabios, la dio a Apolo Didimeo, diciendo, según Calímaco:

Gobernando Nileo a los milesios

hizo a Dios Tales este don precioso

que dos veces había recibido.»

Lo cual, narrado en prosa, dice: «Tales Milesio, hijo de Examio, dedicó a Apolo Délfico este ilustre don que había recibido dos veces de los griegos.» El que llevó la taza de unos sabios a otro era hijo de Batilo, y se llamaba Tirión, como dice Eleusis en el libro De Aquiles, y Alejo Mindio en el nono De las cosas fabulosas.

8. Eudoxo Cnidio y Evantes Milesio dicen que Creso dio una copa de oro a cierto amigo suyo para que la regalase al más sabio de Grecia, y que habiéndola dado a Tales, de uno a otro sabio vino a parar a Quilón. Preguntado Apolo «quién fuese más sabio que Quilón», respondió que Misón. De éste hablaremos más adelante. Eudoxo pone a Misón por Cleóbulo, y Platón lo pone por Periandro. La respuesta de Apolo fue:

Cierto Misón Eteo, hijo de Queno,

en la ciencia sublime es más perito.

Quien hizo la pregunta fue Anacarsis. Démaco Plateense y Clearco dicen que Creso envió la taza a Pítaco, y de él giró por los otros sabios; pero Andrón, tratando del trípode afirma que los argivos pusieron el trípode por premio de la virtud al más sabio de los griegos y habiendo sido juzgado Aristodemo Esparciata, éste lo cedió a Quilón.

Hace Alceo memoria de Aristodemo en esta forma:

Pronunció el Esparciata Aristodemo

aquella nobilísima sentencia:

«El rico es sabio; el pobre, nunca bueno».

9. Algunos dicen quePeriandro envió a Trasíbulo, tirano de Mileto, una nave cargada, y habiendo zozobrado en los mares de Cos, hallaron después el trípode unos pescadores. Pero Fanódico escribe que fue hallado en el mar de Atenas, remitido a la ciudad, y por decreto público enviado a Biante. El porqué se dirá cuando tratemos de Biante. Otros dicen que lo fabricó Vulcano, y lo regaló a Pélope el día de sus nupcias; que vino a quedar en poder de Menelao; que lo robó Alejandro con Helena y, finalmente, Lácenas lo arrojó al mar de Cos, diciendo que sena causa de discordia. Después, habiendo unos de Lebedo comprado de los pescadores un lance de red y cogido el trípode, se movió contienda sobre ello. Llegaron a Cos las querellas; pero como nada se decidiese, dieron parte a Mileto, que era la capital. Enviaron los milesios comisionados para que ajustasen aquel negocio, pero no habiendo podido conseguirlo, tomaron las armas contra Cos. Viendo que morían muchos de una y otra parte, dijo el oráculo «se diese el trípode al varón más sabio», y ambas partes convinieron en darlo a Tales. Éste lo dedicó a Apolo Didimeo. A los de Cos les dio el oráculo esta respuesta:

No cesará de Cos y de Mileto

la famosa contienda, mientras tanto

que ese trípode de oro (que Vulcano

tiró al mar) no sacáis de vuestra patria

y llega a casa del varón que sepa

lo pasado, presente y venidero.

Y a los milesios, dijo:

¿A Febo preguntáis, prole milesia...?

como ya dijimos. Pero de esto ya basta.

10. Hermipo en las Vida atribuye a Tales lo que otros refieren de Sócrates. «Decía -escribe Hermipo- que por tres cosas daba gracias a la fortuna: la primera, por haber nacido hombre y no bestia; segunda, varón y no mujer, tercera, griego y no bárbaro.»Refiérese que habiéndole una vieja sacado de casa para que observase las estrellas, cayó en un hoyo, y como se quejase de la caída, le dijo la vieja: «¡Oh, Tales, tú presumes ver lo que está en el cielo, cuando no ves lo que tienes a los pies!» Ya notó Timón que fue muy aplicado a la Astronomía, y le nombra en sus Sátiras, diciendo:

Así como el gran Tales

astrónomo fue y sabio entre los siete.

No escribió más, según dice Lobón Argivo, que hasta unos doscientos versos; y que a su retrato se pusieron éstos:

Tales es el presente a quien Mileto

en su seno nutrió; y hoy le dedica,

como el mayor astrónomo, su imagen.

Entre los versos adomeros, éstos son de Tales:

Indicio y seña de ánimo prudente

nos da quien habla poco.

Alguna cosa sabía,

alguna cosa ilustre elige siempre:

Quebrantarás así locuacidades.

11. Por suyas se cuentan estas sentencias: «De los seres, el más antiguo es Dios, por ser ingénito; el más hermoso es el mundo, por ser obra de Dios; el más grande es el espacio, porque lo encierra todo; el más veloz es el entendimiento, porque corre por todo; el más fuerte es la necesidad, porque todo lo vence; el más sabio es el tiempo, porque todo lo descubre.» Dijo que «entre la muerte y la vida no hay diferencia alguna»; y arguyéndole uno diciendo: «Pues ¿por qué no te mueres tú?», respondió: «Porque no hay diferencia.» A uno que deseaba saber quién fue primero, la noche o el día, respondió: «La noche fue un día antes que el día.» Preguntándole otro si los dioses veían las injusticias de los hombres, respondió: «Y aun hasta los pensamientos.» A un adúltero que le preguntó si juraría no haber adulterado, respondió: «Pues ¿no es peor el perjurio que el adulterio?»

12. Preguntado qué cosa es difícil respondió: «El conocerse a sí mismo.» Y también, qué cosa es fácil dijo: «Dar consejo a otros.» ¿Qué cosa es suavísima? «Conseguir lo que se desea.» ¿Qué cosa es Dios? «Lo que no tiene principio ni fin.» ¿Qué cosa vemos raras veces? «Un tirano viejo.» ¿Cómo sufrirá uno más fácilmente los infortunios? «Viendo a sus enemigos peor tratados de la fortuna.» ¿Cómo viviremos mejor y más santamente? «No cometiendo lo que reprendemos en otros » ¿Quién es feliz? «El sano de cuerpo, abundante en riquezas y dotado de entendimiento.» Decía que «nos debemos acordar de los amigos ausentes tanto como de los presentes. Que no el hermosear el exterior es cosa loable, sino el adornar el espíritu con las ciencias». «No te enriquezcas -decía también- con injusticias; ni publiques secreto que se te ha fiado. El bien que hicieres a tus padres, espéralo de tus hijos.» Fue de la opinión que las inundaciones del Nilo son causadas por los vientos etesios que soplan contra la corriente.

13. Dice Apolodoro, en sus Crónicas, que Tales nació el año primero de la Olimpíada XXXV, y murió el setenta y ocho de su edad, o bien el noventa, habiendo fallecido en la Olimpíada LVIIL como escribe Sosícrates. Vivió en los tiempos de Creso, a quien prometió le haría pasar por el río Halis sin puente, esto es, dirigiendo las aguas por otro álveo.

14. Demetrio de Magnesia, en la obra que escribió de los Colombroños, dice hubo otros cinco Tales. El primero fue un retórico calanciano, imitador despreciable; el segundo, un pintor sicionio muy ingenioso; el tercero, fue muy antiguo y del tiempo de Hesíodo, Homero y Licurgo; el cuarto, lo nombra Duris en su Libro de la Pintura; y el quinto es moderno y de poco nombre, del cual hace memoria Dionisio en su Critica.

15. Tales el sabio murió estando en unos espectáculos gimnásticos, afligido del calor, sed y debilidad propia, por ser ya viejo. En su sepulcro se puso este epigrama:

Túmulo esclarecido, aunque pequeño,

es éste; pues encierra la grandeza

de los orbes celestes, que abreviados,

tuvo en su entendimiento el sabio Tales.

Otro hay mío en el libro I de los Epigramas, o Colección de metros, y es:

Las gimnásticas luchas observando

atento en el estadio el sabio Tales,

arrebatóle Júpiter Eleo

Bien hizo en acercarle a las estrellas,

cuando por la vejez ya no podía

las estrellas mirar desde la tierra.

De Tales es aquella sentencia: «Conócete a ti mismo», aunque Antístenes, en las Sucesiones, dice es de Femonoe, y se la arrogó Quilón.

18. Atribúyense a Tales las epístolas siguientes:

TALES A FERÉCIDES

«He sabido eres el primer jonio que estás para publicar en Grecia un escrito acerca de las cosas divinas. Acaso será mejor consejo publicar estas cosas por escrito que no fiarlas a algunos pocos que no hagan mucho caso del bien común. Quisiera, si tienes gusto, me comunicaras lo que escribes; y aun si lo permites, pasaré a Sirón a verte, porque cierto no somos tan estólidos yo y Solón Ateniense, que habiendo navegado a Creta a fin de hacer nuestras observaciones, y a Egipto para comunicar con los sacerdotes y astrónomos, lo dejemos de hacer ahora para ir a verte. Irá, pues, Solón conmigo si gustas, ya que tú, enamorado de ese país, pocas veces pasas a Jonia, ni solicitas la comunicación con los forasteros; antes bien, según pienso, el escribir es tu única ocupación. Nosotros, que nada escribimos, viajamos por Grecia y Asia».

19. TALES A SOLÓN

«Si te vas de Atenas, creo puedes habitar con mucha comodidad en Mileto, como que es colonia vuestra, pues en ella no sufrirás molestia alguna. Si abominas los tiranos de Mileto, como ejecutas con todos los demás tiranos, podrás vivir alegre en compañía de nosotros tus amigos. Biante te envió a decir pasases a Priena; si determinas vivir en Priena, iremos también nosotros a habitar contigo».


Dijo el sabio Quilón Lacedemonio:

«Todo exceso es dañoso: obrar a tiempo

es el mejor obrar y más laudable».

17. Dispútase de su número; pues Leandrio pone a Leofante Gorsiada, natural de Lebedo o de Éfeso, y a Epiménides Cretense, en vez de Cleóbulo y Misón; Platón, en su Protágoras, pone a Misón por Periandro. Eforo, por Misón a Anacarsis; otros añaden a Pitágoras. Dicearco, por consentimiento general, pone cuatro, que son: Tales, Biante, Pitaco y Solón. Luego nombra otros seis: Aristodemo, Pánfila, Quilón Lacedemonio, Cleóbulo, Anacarsis y Periandro; de los cuales elige tres. Algunos añaden a Acusilao y a Caba o Escabra Argivo. Hermijo, en su tratado De los sabios, pone diecisiete, y deja que el lector elija de ellos los siete que quiera. Son éstos: Solón, Tales, Pitaco, Biante, Quilón, (Misón), Cleóbulo, Periandro, Anacarsis, Acusilao, Epiménides, Leofante, Ferécides, Aristodemo, Pitágoras, Laso (hijo de Carmantides o de Simbrino, o bien, según dice Aristoxeno, hijo de Cabrino Hermioneo) y Anaxágoras. Finalmente, Hipoboto, en su libro De los filósofos, los pone en el orden siguiente: Orfeo, Lino, Solón, Periandro, Anacarsis, Cleóbulo, Misón, Tales, Biante, Pitaco, Epicarmo y Pitágoras.

Vidas de los más ilustres filósofos griegos, Orbis, Barcelona 1985, Vol. I, p.26-32. (Traducción de José Ortiz y Sainz, fines del s. XVIII).