D. Dennett: la conciencia explicada, ¿o eliminada?

Extractos de obras
la conciencia explicada, ¿o eliminada?

Cuando aprendemos que la única diferencia entre el oro y la plata es el número de partículas subatómicas en sus átomos, puede que nos sintamos estafados o enfadados; esos físicos han eliminado algo: le han quitado el carácter dorado al oro; han suprimido el carácter plateado de la plata que tanto apreciamos. Y cuando explican de qué modo la reflexión y la absorción de las radiaciones electromagnéticas dan cuenta de los colores y la visión en color, parecen estar olvidando lo que es más importante. Pero si no «suprimiéramos» algo, no podríamos empezar a explicar. El hecho de eliminar algo no es un rasgo de las explicaciones fallidas, sino de las explicaciones logradas.

Sólo una teoría que explicara acontecimientos conscientes en términos de acontecimientos inconscientes podría aspirar a explicar la conciencia. Si su modelo de cómo el dolor es un producto de las actividades cerebrales todavía tiene una cajita con la etiqueta «dolor», usted ni siquiera ha empezado a explicar lo que es el dolor, y si su modelo de la conciencia funciona perfectamente hasta el mágico instante en que tiene que decir «y entonces se produce un milagro», es que usted ni siquiera ha empezado a explicar lo que es la conciencia.

Esto lleva a algunas personas a insistir en que la conciencia nunca podrá ser explicada. Pero, ¿por qué la conciencia debería ser la única cosa que no se puede explicar? Los sólidos, los líquidos y los gases pueden explicarse a partir de cosas que no son ni sólidos ni líquidos ni gases. Sin duda la vida puede explicarse a partir de cosas que no están vivas; y esa explicación no deja sin vida a las cosas vivas. La ilusión de que la conciencia es la excepción proviene, sospecho, del hecho generalizado de no haber sabido comprender este rasgo general de la explicación. Al pensar, sin razón, que la explicación comporta suprimir algo, creemos salvar aquello que en caso contrario se perdería, volviéndolo a colocar en el observador como un quale, o como alguna propiedad «intrínsecamente» maravillosa. La psique se convierte en el manto protector tras el cual se ocultan todos esos gatitos adorables. Puede que haya motivos para pensar que la conciencia no se puede explicar, pero, como espero haber demostrado, existen buenas razones para pensar que sí se puede.

Mi explicación de la conciencia dista mucho de ser completa. Podría decirse que no es más que el principio, pero es que es el principio, porque rompe el encantamiento del círculo mágico de ideas que hicieron que pareciera imposible la explicación de la conciencia. No puede decirse que haya sustituido una teoría metafórica, el Teatro Cartesiano, por una teoría no metafórica («literal, científica»). La verdad es que todo lo que yo he hecho no es más que sustituir una familia de metáforas e imágenes por otra, cambiando el teatro, el testigo, el Significador Central, el figmento, por el software, las máquinas virtuales, las Versiones Múltiples, el pandemónium de homúnculos. Así que no es más que una guerra de metáforas, me dirán ustedes, pero las metáforas no son «sólo» metáforas; las metáforas son herramientas de pensamiento. Nadie puede pensar sobre la conciencia sin ellas, de modo que es importante equiparse con el mejor juego de herramientas posible. Vean lo que hemos construido con nuestras herramientas. ¿Podrían haberlo imaginado sin ellas?

Daniel Dennett, La conciencia explicada, Paidós, Barcelona 1995, p.465-466.