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Sea cual fuere la contradicción que de modo ordinario pueda suponerse que hay entre los sentimientos y disposiciones egoístas y las sociales, en realidad no son más opuestas que las egoístas y las ambiciosas, las egoístas y las vengativas, las egoístas y las vanidosas. Es preciso que haya una propensión original de alguna clase que sirva de base al egoísmo, proporcionando una afición por los objetos de su búsqueda; y ninguna más adecuada para este propósito que la benevolencia o la humanidad [la simpatía].
D. Hume, Investigación sobre los principios e la moral, Espasa Calpe, Madrid 1991, p. 154. |