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- Ahora bien -continué-, ¿no son lo mismo el deseo de saber y la filosofía? [to ge philomathés kai philósophon tautón]
- Lo mismo, en efecto -convino.
- ¿Podemos, pues, admitir confiadamente que para que el hombre se muestre apacible para con sus familiares y conocidos es preciso que sea filósofo y ávido de saber [philósophon kai philomathé] por naturaleza?
Platón, La república, II, 15, 376b (Centro de Estudios Constitucionales, Madrid 1981, p. 90). |