Carnap: pseudoconceptos y pseudoproposiciones

Extractos de obras

Cuando (dentro de un lenguaje determinado) una palabra posee un significado, se dice usualmente que designa un concepto; si esta significación es sólo aparente y en realidad no la posee, hablamos de un pseudoconcepto. ¿Cómo explicarse el origen de los pseudoconceptos? ¿No puede afirmarse que cada palabra fue introducida en el lenguaje sin otro propósito que el de indicar algo determinado, de manera que desde el inicio de su uso tuvo un significado definido? Entonces, ¿cómo pudo un lenguaje tradicional llegar a tener palabras asignificativas? [...]

Supongamos, a manera de ilustración, que alguien inventara la palabra nueva «tago» y sostuviera que hay objetos que son tagos y objetos que no lo son.

Para descubrir el significado de esta palabra, le preguntaríamos sobre su criterio de aplicación: ¿cómo determinamos en un caso concreto si un objeto dado es tago o no lo es? Supongamos que no es capaz de respondernos en concordancia con un criterio de aplicación: no existen signos empíricos de taguidad -nos dice. En este caso tendremos que negar la legitimidad el uso del vocablo. Si la persona que usa la palabra insiste de todas maneras en que hay objetos que son tagos y objetos que no lo son, para el modesto y finito intelecto humano, no resta sino considerar que lo que es tago será un secreto eterno, pero entretanto podemos designarlo como un mero flatus vocis. Acaso persista en asegurarnos que, a pesar de todo, él quiere «significar» algo con la palabra «tago». De ello inferiremos solamente el hecho psicológico de que está asociando a la palabra algunas imágenes y sentimientos. Si no se estipula un criterio de aplicación para la nueva palabra, no existe aserto alguno en las proposiciones en que aparecen y éstas resultan ser meras pseudoproposiciones.

Como segundo caso, supongamos que se establece el criterio de aplicación para una nueva palabra, digamos «tego»; específicamente, la proposición «este objeto es tego es verdadera si, y sólo si, el objeto es cuadrangular» [...]. Entonces diremos: la palabra tego es sinónimo de la palabra «cuadrangular» y no consideraremos como admisible que aquellos que la utilizan nos digan que, sin embargo, ellos querían «significar» con ella algo más que «cuadrangular»; [...] Replicaremos que después de que este criterio de aplicación ha sido fijado mediante la precisión de sinonimidad de tego = cuadrangular no tenemos la posterior libertad para «significar» esto o aquello con el vocablo.

Resumamos brevemente el resultado de nuestro análisis. Sea «a» una palabra cualquier y «P(a)» la proposición elemental en la que aparece. La condición necesaria y suficiente para que «a» tenga significado puede darse en cada una de las formulaciones siguientes, que dicen fundamentalmente lo mismo:

1. Que las notas empíricas de «a» sean conocidas.

2. Que haya sido estipulado de qué proposiciones protocolares es derivable «P(a)».

3. Que las condiciones de verdad para «P(a)» hayan sido establecidas.

4. Que el método de verificación de «P(a)» sea conocido.

Superación de la metafísica mediante el análisis lógico del lenguaje, en A.J. Ayer, El positivismo lógico, FCE, México 1965, p. 69-70.