Carnap: inducción y probabilidad 2

Extractos de obras

¿Qué justificación tenemos para pasar de la observación directa de los hechos a una ley que expresa ciertas regularidades de la naturaleza? Este problema es llamado, en la terminología tradicional, «el problema de la inducción».

A menudo se contrapone la inducción a la deducción diciendo que ésta va de lo general a lo específico o singular, mientras que la inducción recorre el camino inverso, va de lo singular a lo general. Pero ésta es una simplificación engañosa. En la deducción hay tipos de inferencia distintos de los que pasan de lo general a lo específico; y en la inducción también hay muchos tipos de inferencia. La distinción tradicional también es engañosa porque sugiere que la inducción y la deducción son simplemente dos ramas de un solo tipo de lógica. La famosa obra de John Stuart Mill, Sistema de Lógica, contiene una extensa descripción de lo que él llamaba «lógica inductiva» y formula diversos cánones del procedimiento inductivo. En la actualidad, somos más renuentes a usar la expresión «inferencia inductiva». Si se la usa, debemos comprender que se refiere a un tipo de inferencia que difiere fundamentalmente de la deducción.

En la lógica deductiva, la inferencia conduce de un conjunto de premisas a una conclusión que es tan cierta como las premisas. Si hay razones para creer en las premisas, se tienen razones igualmente válidas para creer en la conclusión que se desprende lógicamente de ellas. Si las premisas son verdaderas, la conclusión no puede ser falsa. Con respecto a la inducción, la situación es muy diferente. La verdad de una conclusión inductiva nunca es segura. Con esto no quiero decir solamente que la conclusión no puede ser segura porque se base en premisas que es imposible conocer con certeza. Aunque las premisas sean verdaderas y la inferencia sea una inferencia inductiva válida, la conclusión puede ser falsa. Lo más que podemos decir es que, con respecto a las premisas dadas, la conclusión tiene un cierto grado de probabilidad. La lógica inductiva nos enseña a calcular el valor de esta probabilidad. [...]

Hace un momento planteé la cuestión de si es posible expresar en forma cuantitativa el grado de confirmación de una ley (o de un enunciado singular que predecimos mediante la ley). Si así fuera, en lugar de decir que una ley está «bien fundada» y que otra ley «se basa en elementos de juicio endebles», podríamos decir que la primera ley tiene, por ejemplo, un grado de confirmación de 0,8, mientras que el grado de confirmación de la segunda ley es de sólo 0,2, Esta cuestión ha sido muy debatida. Mi propia opinión es que tal procedimiento es legítimo y que lo que he llamado «grado de confirmación» es idéntico a la probabilidad lógica. [...]

Pero es mi creencia que hay dos tipos fundamentales diferentes de probabilidad, y los distingo llamando a uno «probabilidad inductiva» y al otro «probabilidad lógica». [...] Por no realizar esta distinción surgen enormes confusiones en libros sobre filosofía de la ciencia y en declaraciones de los mismos científicos. En lugar de «probabilidad lógica» a veces uso la expresión «probabilidad inductiva», porque, en mi concepción, éste es el tipo de probabilidad al que se alude cuando hacemos una inferencia inductiva. Por «inferencia inductiva» entiendo, no sólo la inferencia de hechos a leyes. Sino también toda inferencia que sea «no demostrativa», esto es, una inferencia tal que la conclusión no se desprende con necesidad lógica cuando se admite la verdad de las premisas. Tales inferencias deben ser expresadas en grados de lo que yo llamo «probabilidad lógica» o «probabilidad inductiva»

Fundamentación lógica de la física, Sudamericana, Buenos Aires 1969, p. 35-39.