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(del latín practicus, y del griego πρακτικός, praktikós, en ambos casos lo referente a la realización y a la acción)

En general, como opuesto a lo teórico, se refiere a lo que efectivamente se lleva o puede llevarse a cabo en el terreno de la realidad tangible, o aquello cuyo fin es llegar a ser en el orden de lo real y no ser simplemente algo meramente ideal; lo factible, por tanto: «práctico es aquello que puede ponerse en práctica». En este sentido, se confunde, a veces, con lo útil, o lo realizable, y se habla así de la «inutilidad» de las teorías y de la filosofía como de un tipo de conocimiento, cuya utilidad no es directamente tangible, dado que «no sirve para nada», en el sentido de que no puede «concretarse» en algo que se expresa visiblemente, y de un modo concreto, en la realidad. Pero el sentido más antiguo de «práctico» es, en filosofía, el que ya utiliza Aristóteles, en cuyos textos lo práctico es un tipo de conocimiento distinto del teórico y del productivo: la ciencia es teórica (ἐπιστήμη θεωρητική, episteme theoretiké), el arte es productivo (ἐπιστήμη ποιητική, episteme poietiké), y práctico (επιστημη πρακτικη , episteme praktiké) es lo relativo a la propia conducta, vida o acción (ver cita). Práctico, en sentido aristotélico es, pues, lo que se refiere a la acción y a la vida, en un sentido excelente, a la buena acción o a la «vida buena». En este segundo sentido -no en el primero de lo técnicamente factible-, práctico es, por consiguiente, lo que mejora la vida humana. No es posible afirmar que la más abstracta de las teorías, y en concreto la filosofía, no sirve a la finalidad de mejorar la vida del hombre (ver cita). El utilitarismo define lo útil en un sentido parecido.

Kant sumió el término en el mundo de la moral y lo aplica al ámbito que le corresponde: al de la razón práctica; práctico no es lo conocido, sino lo realizado por la razón que libremente se somete al orden moral; esto es, la acción moral (ver cita). El idealismo alemán se apoyó en Kant para otorgar a la acción humana la función de constituir o construir el orden real; así en Fichte, Schelling y, sobre todo, Hegel. Marx adopta, invirtiéndolo, este punto de vista para hacer de la praxis humana el instrumento de la transformación del mundo, posibilidad práctica en grado excelente (ver cita).

Difícilmente puede haber una buena práctica sin una teoría adecuada: así lo resalta la definición general de «práctica» que da Kant, como realización de un fin a partir de una orientación teórica (ver cita).