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a) la del personalismo americano, defendida por autores como J. Royce, B.P. Bowner, A.C. Knudson, M.W. Calkins y que tenía como órgano de expresión la revista Personalism editada por R.T. Flewelling, y
b) la del personalismo europeo, principalmente francés, que se inspira en corrientes espiritualistas y en el existencialismo de raíz kierkegaardiana, y recoge la influencia de autores como Bergson, Blondel, Maritain, Marcel y Berdiaev.
Mientras el personalismo americano estaba vinculado a corrientes idealistas y neohegelianas, el personalismo europeo era ajeno a estas influencias y se vinculaba directamente a la antropología cristiana. En este sentido E. Mounier sostenía que la creciente desvinculación entre el pensamiento occidental y el cristianismo -influido por el paganismo de la antigüedad y por la ciencia moderna-, ha sido el gran enemigo de la noción de persona, y esta influencia se ha perpetuado a través del racionalismo, del idealismo, del positivismo y del marxismo (ver texto ).
El personalismo francés, cuyo máximo exponente es el mencionado E. Mounier, cofundador -junto con Jean Lacroix- de la revista Esprit, se vertebró alrededor de esta publicación, que tuvo gran influencia antes de la Segunda Guerra Mundial y unos años después (solamente dejó de publicarse durante la ocupación de Francia por los alemanes). El movimiento personalista francés surgió como reacción a la crisis política y económica de los años treinta, y se opuso tanto al capitalismo salvaje y carente de valores, como al comunismo marxista y a los fascismos (ver texto ). Las características fundamentales de este personalismo son:
a) Oposición a toda clase de materialismo, ya que los personalistas sostienen la total irreductibilidad de la persona a fenómenos psicofísicos materiales aunque, en contra también de determinadas formas de espiritualismo, defienden que la persona no es sólo espíritu, sino que también es cuerpo (ver texto ).
b) Definición de la persona como «ser espiritual constituido como tal por una forma de subsistencia y de independencia en su ser, que mantiene esta subsistencia mediante su adhesión a una jerarquía de valores libremente adoptados, asimilados y vividos en un compromiso responsable y en una constante conversión; unifica así toda su actividad en la libertad y desarrolla, por añadidura, a impulsos de actos creadores, la singularidad de su vocación.» (Ver texto ).
c) Oposición a la hipostización del pensamiento (como en las filosofías idealistas, de Platón a Hegel), ya que éste no puede entenderse separado de las personas.
d) En la tradición del término, tal como fue formulado por Schleiermacher, mantiene la oposición al panteísmo, y proclama la imposibilidad de reducir la persona al todo.
e) Asume la antropología cristiana: concibe a Dios como ser personal; al hombre como ser creado a imagen y semejanza de Dios y, por tanto, con un valor absoluto. Por ello, el personalismo sustenta que la relación interpersonal debe basarse en el amor al prójimo, ya que el otro nunca es un medio, sino que es siempre un fin en sí mismo.
Junto a Francia, el personalismo europeo se desarrolló también en España y en Italia. Posteriormente ha tenido un importante desarrollo en Sudamérica, con autores como Helder Cámara y Paulo Freire.
Bibliografía sobre el concepto
- Mounier, E., El personalismo. EUDEBA, Buenos Aires, 1980.
- Mounier, E., Manifiesto al servicio del personalismo. Taurus, Madrid, 1967.
Relaciones geográficas