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(del griego λόγος, que proviene del verbo λέγειν, legein, que originariamente significaba hablar, decir, narrar, dar sentido, recoger o reunir)

Se traduce habitualmente como razón, aunque también significa discurso, verbo, palabra. En cierta forma, pues, significa razón discursiva que muestra su sentido a través de la palabra.

De los diferentes significados originarios del término λόγος -en cuanto que hablar, narrar, y reunir (como se reúnen las palabras para formar un discurso ordenado)-, han surgido el significado de logos como razón, entendida tanto como:

a) razón matemática: orden, proporción, medida o
b) como razón discursiva: razón que se manifiesta en el discurso ordenado de las palabras.


Así ha pasado a formar parte de otros vocablos para designar el orden de lo que se trata, o «estudio de». Por ejemplo: bio-logía, estudio de la vida; psico-logía o estudio de la psique. También da lugar al término lógica que designa la ciencia del saber demostrativo. Todo cuanto está regido por las leyes del logos o de la racionalidad es lógico, mientras que el discurso que las infringe es ilógico o irracional.

____Heráclito____

En Heráclito, el λόγος aparece por primera vez entendido como razón común a todas las cosas; razón o principio cósmico que expresa tanto la ley universal que rige el mundo y hace posible el orden (cosmos / ϰόσμος) y la justicia, como expresa también el propio pensamiento humano. De esta manera establece una unión entre el ser y el logos, como reunión de lo ente y el ser. Dicha unión se manifiesta también en el pensamiento humano que, en la episteme, concibe lo ente en relación a su ser y lo revela a través del lenguaje. De esta manera, para Heráclito, el logos unifica un orden metafísico y un orden epistémico, y preside la conducta del hombre y del cosmos, y es a la vez el mismo fuego o ἀρχή (arkhé) del mundo. A pesar de que todo viene a la existencia según el logos, éste no se manifiesta de manera evidente. Sólo el sabio puede darse cuenta de que, gracias al logos, todas las cosas son una unidad. De esta manera, el logos aparece como el ser mismo que se manifiesta a través del lenguaje, como la misma physis (φύσις) que sale a la luz (ver texto ).

En la época de los sofistas, el logos designaba más bien el contenido del pensamiento que señala la razón de algo y las razones de una acción, y designaba también al conjunto del ámbito de lo pensado. En este sentido, mientras el ethos designaba el ámbito de lo moral, el logos designaba el conjunto de las actividades del espíritu. Ahora bien, en la medida en que el logos expresaba tanto un decir como un discurrir, se engendró una cierta ambigüedad y confusión entre el acto de decir y lo dicho, que fue fuente de paradojas sofísticas.

Platón, basándose en la concepción de los sofistas y de Sócrates que concebían el logos como argumento, basa su filosofía en el diálogo, que lo entiende como remisión de todo lo dicho al tribunal del logos (ver diálogos platónicos). Aristóteles tiende, más bien, a entender el logos como contenido semántico, es decir, como el sentido de una palabra tal como puede aprehenderse en su definición. Por ello el logos nos remite plenamente a la lógica, ya que solamente tiene sentido si adopta la forma de enunciados predicativos susceptibles de ser verdaderos o falsos. De esta manera, aparece claramente la contraposición entre el mito y el logos. Aunque el mito también es un discurso, se basa simplemente en la transmisión de la tradición y su único valor estriba en la capacidad de expresar las pasiones humanas. Pero no es fuente de verdad. No obstante, Aristóteles todavía confiere un cierto valor a los mitos o, mejor dicho, a las motivaciones (la admiración) que los generaron (ver texto ).

Los estoicos se remitieron nuevamente a Heráclito y consideraron el λόγος como común al hombre y al cosmos; razón universal, principio de orden de todo el universo, que es entendido como una unidad viviente. Por ello hablan también de un lógos spermatikós o razón seminal que es origen de vida y que contiene dentro de sí múltiples logoi spermatikoi (λόγος σπερματικὸς) o formas inteligibles. No obstante, también siguen conservando la concepción aristotélica del logos como análisis semántico del discurso, y por ello distinguen entre un logos interior y un logos proferido al hablar (ver lektón). Con Filón de Alejandría el Logos pasará a ser considerado como ley moral y principio unificador de lo inteligible, intermediario entre el Creador y lo creado. También Plotino y los neoplatónicos lo entenderán como ser inteligible intermediario entre Dios y el mundo (ver alma del mundo).

Recogiendo estas concepciones, el cristianismo acabará identificando el logos con el Verbo divino, el cual, al hacerse carne (evangelio de San Juan), se identifica con la segunda persona de la Trinidad. Así, Clemente de Alejandría distinguió en el logos un principio creador del mundo, un principio de sabiduría (la de los profetas y filósofos), y un principio de salvación (el Logos encarnado). De esta manera, de principio abstracto inmanente al mundo, tal como era entendido en la filosofía griega, pasa a ser considerado como realidad trascendente creadora. En la época contemporánea, Heidegger ha insistido en el significado griego originario de logos como aquello que permite desvelar el ser. El logos permite el dejar ver lo manifestado en el enunciado y, a la vez, es la razón de ser de lo que este enunciado enuncia. En cuanto que lo que se manifiesta a través del logos lo hace por relación a algo, el logos es también relación, y de ahí surge su sentido como proporción (ver texto ). En cuanto permite el desvelamiento del ser, es lo que permite edificar una ontología y no una mera ontoteología (ver también alétheia).

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