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I. Kant

Se entiende por kantismo tanto el sistema de pensamiento de Kant, como la inmediata aceptación o crítica y desarrollo y evolución posterior de las ideas kantianas después de Kant. Tras su muerte, su pensamiento se difundió ampliamente por toda Alemania y Austria, y las críticas, cuestiones e interpretaciones diversas de su pensamiento desembocaron en el idealismo alemán. En un primer momento, las críticas surgieron desde valoraciones globales de todo el sistema kantiano, en especial respecto de la posible unidad de los grandes temas de las diversas Críticas, o de la escisión entre conocimiento teórico y práctico, o entre sensibilidad y entendimiento y, en especial, de la distinción entre fenómeno y noúmeno. Las primeras críticas a Kant las llevan a cabo los componentes del Sturm und Drang: Johann Georg Hamann (11730-1788), Johann Gottfried Herder (1744-1803) y Friedrich Heinrich Jacobi (1743-1803). Destaca este último por su oposición a la cosa en sí, que se convierte en un concepto contradictorio: sin el concepto de cosa en sí (noúmeno) no es posible entender el criticismo de Kant, pero presuponiendo la existencia de las cosa en sí no es posible continuar dentro del criticismo, porque tampoco se ha probado, simplemente por el hecho de suponerlas, que existan cosas en sí. Se unen a las críticas a Kant un grupo de antiguos seguidores suyos, Karl Leonhard Reinhold (1758-1823), Gottlob Ernst Schulze (1761-1833) Salomon Maimon (1754-1800), Jakob Sigismund Beck (1761-1840), muchas de cuyas críticas se centran igualmente sobre este mismo concepto de cosa en sí. Es, sin embargo, a Johann Gottlieb Fichte (1762-1814), discípulo de Kant, alguna de cuyas interpretaciones el propio Kant había desautorizado, a quien se debe el paso del criticismo kantiano al idealismo. En su obra fundamental, La recensión a Aenesidemo (1793),rechaza totalmente la noción de cosa en sí y, en Doctrina de la ciencia (1794, varias ediciones), funde razón teórica y razón práctica, yo trascendental y autonomía legisladora de la voluntad, en una sola y libre actividad que es el principio creador (constitutivo) de todas las cosas: desde el yo hasta la naturaleza. Se inicia, de este modo, el idealismo alemán.

F.W.J. Schelling
G.W.F. Hegel

F.W.J. Schelling (1775-1854), menos fiel a los planteamientos de Kant, cree que todas las contradicciones del sistema kantiano se superan admitiendo una identidad progresiva y total entre naturaleza y espíritu; aquélla es espíritu que se hace visible y éste, naturaleza que deviene invisible. A esta identificación de subjetividad y objetividad se la denominó filosofía de la identidad.

G.W.F. Hegel (1770-1831), pese a considerar a Kant como su punto de partida, elimina del sistema filosófico todo lo que es exterior a la razón misma, todo lo que es objeto, y considera que las categorías no son sólo maneras de conocer, sino también de ser: no hay más que razón, cuyos objetos pensados no son otra cosa que estados sucesivos de la razón misma, del sujeto, cuya realidad o verdad es el todo. Es el idealismo absoluto, donde la idea, o razón absoluta, sujeto y objeto a la vez, se desarrolla de una manera dialéctica en el tiempo. El idealismo alemán procede en conjunto de negar la distinción que Kant puso entre fenómeno y cosa en sí. Sin embargo, Arthur Schopenhauer y J.F. Herbart filósofos que se mantienen al margen del idealismo de su época, pretenden ir más allá de Kant conservando fielmente esta distinción. El adversario contra quien se dirige Arthur Schopenhauer (1788-1860) es más bien Hegel, aunque, prescindiendo de todas las categorías kantianas, menos de la causalidad, transforma el criticismo kantiano en un fenomenismo: «el mundo es una representación mía». J. F. Herbart (1776-1841) es también un antiidealista que, criticando a Fichte, rechaza asimismo algunas de las afirmaciones fundamentales kantianas, como la consideración de la filosofía como crítica del conocimiento, las categorías y el yo trascendental, sobre todo, que consideraba una noción contradictoria. Jakob Friedrich Fries (1773-1843) se opone al idealismo en nombre de la psicología y de un criticismo kantiano, cuya revisión propone también desde un punto de vista psicologista. Friedrich Beneke (1798-1854) acentúa aún más esta revisión psicológica de Kant: la psicología es la ciencia fundamental sobre la que hay que edificar cualquier concepción filosófica, metafísica, lógica o ética. No obstante, en una de sus obras, Kant y la tarea filosófica de nuestro tiempo (1832), augura, desaparecido ya Hegel, un necesario retorno a Kant, autor que considera mucho más cercano a la experiencia humana.

Tras esta reacción psicologista contra el idealismo, que supone un acercamiento a Kant, comienza en Alemania una época de auténtica «vuelta a Kant». El científico Hermann von Helmholtz (1821-1894) se constituye en un defensor del kantismo al demostrar, en el ámbito de la psicofisiología, los necesarios condicionamientos subjetivos innatos de todo hecho perceptivo o mental, entendiéndolos a modo de condiciones a priori kantianas. Eduard Zeller (1814-1908), que cultiva en un comienzo los estudios históricos y mantiene posturas hegelianas, se declara posteriormente decidido seguidor de Kant y sostiene, para la filosofía, la función propia de fundamentación crítica. Otto Liebmann (1840-1912) proclama en su obra, Kant y los epígonos (1865) -un repaso histórico de Fichte a Schopenhauer, sin descuidar a Herbart y Fries-, el lema «Por lo tanto, hay que volver a Kant». Contra el materialismo y el idealismo defiende la necesidad de las condiciones trascendentales del conocer. Igualmente, para Friedrich Albert Lange (1828-1875), tal como expone en su Historia del materialismo y crítica de su sentido en la actualidad (1865), todo fenómeno científico sufre una organización subjetiva del aspecto psicofisiológico del hombre.

H. Cohen
E. Cassirer como rector de la Universidad de Hamburgo (1929/30)

Este neocriticismo inicial se refuerza con la aparición de la llamada Escuela de Marburgo, cuyo iniciador es Hermann Cohen (1842-1918), quien ve en los a priori kantianos el fundamento adecuado de las verdades científicas; frente a anteriores interpretaciones psicológicas de Kant (Fries) propone más bien, en La teoría de Kant de la experiencia pura (1871), una interpretación lógica: la crítica de Kant es la metodología de la ciencia de Newton. Paul Natorp (1854-1924), en la misma línea de Cohen, aplica la idea de la constitución del objeto por el sujeto, no sólo a las ciencias físicas, sino también a la moral, la estética o la religión y, como platónico neokantiano, interpreta las ideas platónicas como ideas reguladoras. Ernst Cassirer (1874-1945) es el más conocido de los componentes de la Escuela de Marburgo. Entiende igualmente el kantismo como una metodología de la ciencia, pero amplía a todo el campo de la cultura su aplicación, centrando su atención en las «formas simbólicas» plasmadas en el mito, el lenguaje y el arte.También en la denominada escuela de Baden tiene lugar una «vuelta a Kant».Más centrada en la teoría de los valores, recurre a Kant para fundamentar la validez [de los valores] del conocimiento, de la moralidad y del arte. Así, en Wilhelm Windelband (1848-1915) y Heinrich Rickert (1863-1936). De la escuela de Marburgo arranca el intento de conciliar a finales del s. XIX y comienzos del XX, el pensamiento de Kant con el de Marx, partiendo de la «filosofía de la historia» de Kant y se habla hasta de un «socialismo neokantiano». El compromiso político, que mantiene inicialmente Lange, se convierte en una perspectiva humanística y social sobre todo en Karl Vorländer (1860-1928) y en Max Adler (1873-1937). A finales del s. XIX surge el interés por los estudios filológicos sobre Kant y en este ámbito hay que destacar los comentarios de Hans Vaihinger (1852-1933), autor de la filosofía del «como si», a la Crítica de la razón pura y editor, desde 1897, de la revista «Kantstudien». La Academia de Berlín inicia en 1900 la edición crítica de las obras completas de Kant y, en 1904, el mismo Vaihinger funda la sociedad kantiana «Kant-Gesellschaft».

El filósofo que mejor representa la «vuelta a Kant», en el s. XX, es Martin Heidegger (1889-1976). Contra toda interpretación psicologista y aún contra una interpretación del criticismo kantiano como metodología de la ciencia, y erigiéndose en crítico del neokantismo, Heidegger propone un Kant metafísico. En Kant y el problema de la metafísica (1929), la Crítica de la Razón pura se presenta como una verdadera metafísica o bien como una ontología fundamental, cuyo tema responde al estudio de la «naturaleza del hombre» y que plantea, sin más, la pregunta de «¿qué es el hombre?», o del sentido del «ser ahí». También Karl Jaspers (1883-1969) hace su interpretación metafísica de Kant, en el apéndice «Doctrina de las ideas de Kant», en su Psicología de las concepciones del mundo (1919).

Por otra parte, la filosofía de Kant no ha sido bien acogida entre los patrocinadores de la filosofía científica y los filósofos del neoempirismo. Bertrand Russell (1872-1970) se opuso pronto tanto a Kant como a Hegel y los miembros del Círculo de Viena rechazan los puntos de vista de Kant sobre la matemática y, de un modo especial, los juicios sintéticos a priori. Sin embargo, Karl R. Popper (1902-1994) valora positivamente los planteamientos de Kant sobre la ciencia: de manera parecida a como Kant afirma que el entendimiento no conoce (a priori) de la naturaleza más que aquello que él mismo legisla sobre ella, Popper entiende que el método científico consiste en interpelar positivamente a la naturaleza proponiendo hipótesis o conjeturas cuanto más audaces mejor, anteriores a toda observación. Por lo demás, llama «problema de Kant», en términos parecidos a como Kant llamó «problema de Hume» al problema de la inducción, al problema de la demarcación. No hay que olvidar tampoco, como inspirado en Kant, el punto de vista de Konrad Lorenz (1903-), que interpreta biológicamente los a priori kantianos a modo de esquemas hereditarios innatos y hasta el recurso que hace a las estructuras cognoscitivas (subjetivas) la nueva teoría evolutiva del conocimiento.


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