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Fórmula para expresar que todos los dogmas y verdades de fe, a pesar de ser igualmente vinculantes y verdaderas, tienen distinta importancia y peso de acuerdo con la proximidad de su contenido al fundamento trinitario y cristológico de la fe cristiana. En la Sagrada Escritura percibimos claramente que todos los acontecimientos y afirmaciones tienen el objetivo de mostrar la revelación de Dios en la historia la cual alcanza su punto culminante en Jesús de Nazaret. Además, se mencionan en el Nuevo Testamento una serie afirmaciones a las que va ligada la fe como son la existencia de Dios y su función judicial o la resurrección de Jesús. Además, Heb 6, 1s proporciona un catálogo de enseñanzas (conversión, fe, bautismo, imposición de manos, resurrección de los muertos, juicio eterno). Posteriormente, el desarrollo y expansión de la fe cristiana se plantea bajo diferentes aspectos y con distintas fórmulas por lo que los padres de la Iglesia buscan un principio dogmático. Será la escuela de Tubinga la que establecerá como principio fundamental la doctrina del Reino de Dios y M. J. Scheeben, en 1964, reducirá todas las verdades de fe a nueve principios básicos y éstos al misterio de la Trinidad. Con la reforma protestante, se intentó concentrar la fe en torno a un eje desde el que llevar a cabo la renovación de la Iglesia. Así, Lutero lo vio en la doctrina de la justificación. En la actualidad, el principio de jerarquía de verdades es un criterio interpretativo que cabalga sobre la idea que todos los contenidos aclaran la revelación de Dios. Por tanto, la fe no es un sistema de principios sino un acontecimiento que se orienta hacia una meta única: Cristo.