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Término que aparece por vez primera a finales del s. XIX (usado por K. Werner, como historismus) para designar, en general, todas las maneras de pensar que destacan la importancia del aspecto histórico del ser humano. A partir de entonces se ha utilizado con muy diversos significados. Así, por ejemplo, se le ha relacionado con el (1) relativismoen general y con la peculiaridad de la (2) historicidad del ser humano, pero también ha sido objeto de un planteamiento propio de diversas (3) filosofías de la historia. En el primer sentido (1), representa el punto de vista de que tanto la verdad como los valores son relativos al tiempo (veritas et virtus filiae temporis), y supone más en concreto la negación de la existencia de un derecho natural y de una naturaleza humana, inalterable a lo largo del tiempo, que pudiera servirle de fundamento y que hiciera de algún modo absolutas las verdades sobre el ser humano (ver cita). Directamente relacionado con esta relativización de todo lo humano, el historicismo alemán de finales del siglo XIX, desarrollado sobre todo a partir del auge que tuvieron los estudios históricos en Alemania durante esta época, representa a la vez un rechazo del idealismo de Hegel y, al menos en parte, del positivismo de Comte, y pretende investigar las características propias e irreductibles de las ciencias histórico-sociales, que a partir de esta época se denominarán preferentemente ciencias del espíritu por oposición a las ciencias de la naturaleza. Se trata sobre todo de la postura histórico-vitalista iniciada por W. Dilthey-aunque precedida por las ideas del neokantiano Gustav Droysen (1808-1884)-, quien inspirándose en Kant fundamenta una crítica de la razón histórica, y continuada por Ernst Troeltsch (1865-1923) y Eduard Spranger (1882-1963) en especial, y por otros autores independientes como Oswald Spengler (1880-1936), Friedrich Meinecke (1862-1954), y los representantes de la escuela de Baden, críticos no obstante de Dilthey, Wilhelm Windelband (1848-1915) y Heinrich Rickert (1863-1936) y hasta por el mismo Ortega y Gasset.

Las principales tesis del historicismo alemán favorecieron la consideración del carácter histórico del hombre, o de su historicidad, como una de las características antropológicas específicas con una doble proyección: ontológica y epistemológica. El hombre es constitutivamente un ser a quien la historia siempre le concierne y no puede sino conocer las cosas desde la perspectiva concreta de su tiempo. El historicismo es también, en un sentido mucho más concreto, una afirmación fundamental de muchas filosofías de la historia que, arrancando de los presupuestos de Kant en su Idea de una historia universal desde el punto de vista cosmopolita (1784), donde habla de una intención de la naturaleza que actúa en la historia realizando un plan oculto con miras a la producción de un Estado ilustrado perfecto(ver texto ), propugnan un desarrollo de la racionalidad y de la historia humana tan previsibles como los fenómenos mismos de la naturaleza. Es decisiva la contribución de Hegel a la idea de que la historia humana se desarrolla igual que la naturaleza, sobre todo si se tiene en cuenta que, para él, la historia universal no es sino el desarrollo de la razón. La izquierda hegeliana, Marx y Engels sobre todo, invirtió el idealismo hegeliano, apoyando el transcurrir de la historia humana no en la racionalidad humana o en la fuerza de la Idea, sino en las leyes dialécticas deterministas que rigen las condiciones socioeconómicas. Karl R. Popper es el crítico implacable de este historicismo en sus obras La sociedad abierta y sus enemigos y Miseria del historicismo (ambos de 1945), y lo define como: «un punto de vista sobe las ciencias sociales que supone que la predicción histórica es el fin principal de éstas, y que supone que este fin es alcanzable por medio del descubrimiento de los "ritmos" o los "modelos", de las "leyes" o las "tendencias" que yacen bajo la evolución de la historia» (ver cita; ver texto ).

Bibliografía sobre el concepto

  • Bermejo, J.C., El final de la historia. Ensayos de historia teórica. Akal, Madrid, 1987.
  • Popper, Karl Raimund, La miseria del historicismo. Alianza, Madrid, 1999.
  • Hegel, G.W.F., La razón en la historia. Seminarios y Ediciones, Madrid, 1972.
  • Dilthey, W., la esencia de la filosofía. Losada, Buenos Aires, 1968, 4 ed.

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