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En el contexto de la filosofía que examina las relaciones psicofísicas, es decir, las relaciones entre mente y cerebro, y especialmente en el seno de la corriente llamada teoría de la identidad como instancia (Teoría que admite el carácter irreductible de lo mental y propone una forma débil de materialismo no reduccionista, denominado a veces token-token materialism o materialismo ocasional, y que sostiene que cada estado mental se corresponde a un estado neural y es idéntico a un estado cerebral, pero un mismo estado mental puede proceder de distintos estados cerebrales) ha surgido el llamado funcionalismo psicológico, que sostiene que los eventos mentales deben entenderse funcionalmente. Dicho funcionalismo psicológico (que no debe confundirse con la psicología funcionalista de fines del siglo XIX y comienzos del XX desarrollado por Dewey, W. James y Angell), se vincula con los desarrollos de la inteligencia artificial, y es defendido, entre otros, por Smart, Armstrong, D.K. Lewis, P.M. Churchland, Jerry Fodor y D. Davidson.

De manera parecida a otras formas de funcionalismo (al funcionalismo cultural, por ejemplo), el funcionalismo psicológico defiende que los eventos mentales han de ser entendidos en términos de sus roles o de su función en el marco de un cierto sistema. El funcionalismo psicológico surgió como reacción contra el conductismo (que niega la especificidad de lo mental) y contra el fisicalismo que identifica los estados mentales con estados cerebrales describibles físicamente. Pero la práctica clínica muestra que, en ciertos casos, aunque se dañe alguna parte del cerebro y, consiguientemente, aparezcan dificultades mentales, al cabo de un cierto tiempo el mismo cerebro utiliza otras redes neurológicas distintas para realizar aquellas funciones. De ahí se deduciría que no hay una identidad entre mente y cerebro, sino entre mente y estados funcionales del cerebro. Estos estados pueden ser descritos formalmente y, por tanto, aparecen como independientes de la base material en los que se realizan, de la misma manera que el diseño de cierto software puede ser independiente del hardware en el que se ejecute.

La noción de función adoptada por esta corriente parte de dos metáforas:

a) la de la función en sentido teleológico y biológico, y

b) la de la función en sentido lógico y matemático.

A. Turing
Hilary Putnam

Según el primer caso, la función aparece como una actividad teleológica. Por ejemplo, la función de un termostato es la de regular la temperatura de una habitación, por ejemplo, o la función del corazón es la de bombear la sangre de un animal. En el segundo caso, la función es entendida como el proceso calculable por una máquina de Turing. Teniendo en cuenta que Turing descubrió que cualquier máquina para la que el hardware haya alcanzado un cierto grado de complicación y flexibilidad es equivalente a cualquier otra máquina semejante, Hilary Putnam recogió aquellas dos analogías y a partir de ellas estableció una comparación entre la mente y un programa de ordenador (software). Pero, puesto que, como hemos dicho, el funcionalismo psicológico señala la independencia de este software con respecto a la base material (hardware) en que se realizan sus funciones, se podría pensar en un autómata espiritual que podría tener estados mentales sin necesidad de un cerebro, a la vez que, inversamente, se puede pensar en máquinas pensantes. En esta concepción se han señalado influencias aristotélicas, ya que se concibe la mente como una forma del cuerpo, aunque definida en términos funcionales.

John Searle se ha mostrado contrario a esta teoría ya que, según él, los estados funcionales, que son expresables de manera formal, poseen las características de los sistemas formales y, por tanto, son meramente sintácticos. Pero una estructura sintáctica no puede ser capaz ni de comprensión semántica ni de conciencia, ni de intencionalidad. Esto lo ejemplificó con un famoso experimento mental conocido como la experiencia de la habitación china, en la que señala la posibilidad de una máquina que simule el comportamiento humano manipulando símbolos, pero no sea consciente de los significados de éstos (ver texto ), y se ha opuesto también a la tesis sostenida por Turing (ver texto ) acerca de la posibilidad de pensar por parte de las máquinas.



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