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Karl Marx
Friedrich Nietzsche
Sigmund Freud

Expresión que acuñó Paul Ricoeur en 1965 para referirse a las filosofías de Marx, Nietzsche y Freud, a los que llama los «maestros de la sospecha» o «los que arrancan las máscaras», ya que expresan, cada uno desde perspectivas diferentes, la entrada en crisis de la filosofía de la modernidad, al desvelar cada uno de estos autores la insuficiencia de la noción de sujeto, y al desvelar un significado oculto: Marx desvela la ideología como falsa conciencia o conciencia invertida; Nietzsche desenmascara los falsos valores; Freud pone al descubierto los disfraces de las pulsiones inconscientes (ver texto ). El triple desenmascaramiento que ofrecen estos autores pone en cuestión los ideales ilustrados de la racionalidad humana, de la búsqueda de la felicidad y de la búsqueda de la verdad. Esta sospecha, según Ricoeur, engendra un problema nuevo: «el de la mentira de la conciencia, el de la conciencia como mentira», y dan la pista de una de las formas de la hermenéutica.

A pesar de las grandes diferencias que las separan, las filosofías de Marx, Nietzsche y Freud muestran las carencias de la noción fundante de sujeto, que había sido el punto de partida sobre el cual -partiendo del modelo del cogito cartesiano- se había elaborado la filosofía moderna. Estos autores han señalado que, más allá de la noción clásica de sujeto se esconden unos elementos condicionantes, lo que permite sospechar la falacia que representa modelar una filosofía o una interpretación sobre esta noción, y sobre la también sospechosa noción de conciencia.

Marx, Nietzsche y Freud han mostrado desde diferentes puntos de vista que no hay realmente sujeto fundador ni una conciencia propia de dicho sujeto, y han señalado cómo en la base de esta noción se esconden:

A) una serie de elementos sociales, económicos e ideológicos («la conciencia es el ser consciente, y el ser del hombre son sus procesos de vida reales»: Marx ( ver texto 1 y ver texto 2 );

B) una moralidad recibida y engendrada a partir de un resentimiento contra la vida (que, además, en cuanto que la misma noción de sujeto es la que está en la base de la noción de substancia, es un ídolo hipostasiado por un cierto modo de pensar metafísico, según Nietzsche (ver texto ) y;

C) un inconsciente que rige los actos de la conciencia (Freud).

De esta manera, el sujeto no es constitutivo de sí mismo, sino que es expresión de condicionantes históricos, sociales, morales y psíquicos. La noción de conciencia, pues, pierde su pretendido carácter regulador, y se hace patente la necesidad de reconsiderar la noción clásica de interpretación, entendida como relación de la conciencia con el sentido, ya que la misma noción de sujeto debe considerarse a partir de estos elementos que lo constituyen, es decir: la Historia, la moral y la estructura psíquica inconsciente. Por ello se precisa una hermenéutica que cuestione radicalmente la noción misma del sentido en función de la historia, la moral y la metapsicología, es decir, que se constituya como ciencia mediata del sentido, irreductible a la conciencia inmediata de éste.