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En general, es la afirmación de la insuficiencia de la razón para fundamentar cualquier creencia, religiosa, moral o científica. En este sentido amplio, pueden considerarse posturas fideístas las mantenidas por todos aquellos que sostienen que la fe religiosa carece de todo fundamento racional, como por ejemplo S. Kierkegaard, y aquellos que afirman que los presupuestos fundamentales de la ciencia no son demostrables y se aceptan por fe, por ejemplo, B. Russell. En un sentido histórico, mucho más estricto, fideísmo es la manifestación de irracionalismo aparecida en Francia, en el s. XIX, junto con el tradicionalismo, y sostenida entre otros por L.G. de Bonald, L. Bautain (La filosofía del cristianismo, 1835) A. Bonnetty y Robert de Lamennais, pero también por Heinrich Jacobi y Schleiermacher en Alemania, según la cual la fe, y no la razón, o la razonabilidad, es fundamento suficiente para la creencia religiosa y toda verdad de orden metafísico, moral o religioso descansa sobre el «sentimiento» y en modo alguno sobre la razón.
Aunque los términos en que debe entenderse el concepto amplio de fideísmo no son muy definidos, el significado del fideísmo histórico sí queda claro por la forma como lo interpretó y condenó el concilio Vaticano I, en la constitución dogmática De fide catholica, de 14 de abril de 1870 (Denzinger 1781-1820), afirmando que la razón humana tiene la capacidad natural de conocer a Dios y de conocer los preámbulos de la fe.
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