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(del latín felix, afortunado, que consigue lo que busca, feliz) Vivencia subjetiva de un estado de alegría y dicha permanente o estable. La alegría (afirma C. Gurméndez, Teoría de los sentimientos) es la exteriorización de la satisfacción del vivir, mientras que la dicha es la vivencia interior de la alegría, de la que proviene. Las definiciones clásicas de Boecio, «el sumo bien, que abarca dentro de sí todos los bienes», o «la cifra y la causa de todo lo que se desea», son de claro origen aristotélico; el eudemonismo de Aristóteles traza las líneas básicas que delimitan la conducta humana. Todo lo que hace el hombre lo hace por algún fin, y el fin es el bien que se desea conseguir; el bien último, aquel que se quiere por sí mismo y en vista del cual se hace todo, es también el fin último que todos los hombres desean: «Tal parece ser eminentemente la felicidad» (ver cita). Y ésta es una «actividad del alma» (ver cita). La felicidad, no obstante, es algo que se desea, pero no algo sobre lo que pueda decidirse directamente, porque los fines se desean, pero sólo se eligen los medios. De aquí la ordenación problemática del hombre a la felicidad: no puede sino tender a ella, y se dice que cada cual debe forjársela, pero puede no conseguirla, porque no es objeto de decisión. La felicidad más bien acompaña a la acción humana, como consecuencia de ella, y ésta tiende a fines directamente asequibles. Por esto difícilmente puede decirse sobre ella más de lo que indicó Aristóteles: todos los hombres tienden a la felicidad, pero no todos están de acuerdo en cuanto a poder decir qué es. Sólo se la experimenta de forma pasiva, «a resultas» de las acciones que los deseos, la imaginación, el conocimiento o las creencias nos permiten pensar que están ordenadas a la felicidad.

Kant, que define la felicidad como «el estar contento con toda la propia existencia», justamente porque no puede tenderse a ella más que de una forma empírica y subjetiva, no la considera ley práctica universal, principio objetivo y universal del obrar humano o razón última de la acción humana (pese a que todo hombre desea la felicidad; ver texto ); los hombres no pueden ponerse de acuerdo en el modo de lograr la felicidad, si acaso, sólo en el modo de decidir en qué consiste la moralidad. Y ésta no lleva de por sí a la felicidad, sino que sólo hace al hombre digno de ser feliz (ver texto ).

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Bibliografía sobre el concepto

  • Schopenhauer, A., El arte de ser feliz. Explicado en cincuenta reglas para la vida. Herder, Barcelona, 2013.
  • Schopenhauer, A., El arte de ser feliz. Explicado en cincuenta reglas para la vida. Herder, Barcelona, 2013.
  • Mateu, G., Es posible ser feliz. Herder, Barcelona, 1986.