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Escena de la epifanía en el tímpano de la iglesia de San Pedro el Viejo en Hueca
¿Qué es?
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En el pensamiento simbólico, los astros y las estrellas de los cielos transmiten y anuncian la voluntad divina al mundo sublunar, por eso siempre se han asociado al destino de los seres humanos ya sea en el devenir cotidiano (astrología) o en momentos excepcionales. Estos sucesos extraordinarios en los que la divinidad muestra sus designios por medio de las estrellas pueden ser favorables, una buenaventura, como en el caso de la estrella que guió a los Reyes Magos hasta Belén, o desfavorables, cuando los astros aparecen como anuncio de destrucción. A los héroes griegos que alcanzaban la apoteosis, Zeus los convertía en dioses que habitaban el cielo y se mostraban como estrellas o constelaciones que tomaban el nombre del héroe en cuestión. En el libro de Daniel está escrito: “Y los justos (brillaran) como las estrellas, por toda la eternidad” (12, 3); con esta cita comienza el gran libro de la cábala, el Zohar. En varias culturas se asocia la estrella al Sol y a la Luna, como sucedía con los indios originarios del norte del actual Méjico, que saludaban a la estrella matutina, Venus, como una divinidad capaz de rescatar al hombre del caos tenebroso al matar a la Serpiente, gran señora de la noche. Desde siempre las estrellas, y particularmente la estrella Polar, han servido para orientar a los hombres durante la noche, lo cual, en el plano simbólico, se refiere a la orientación del alma cuando, después de la muerte, sigue el camino hacia el más allá.