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Proceso de transformación de alguna cualidad o entidad no espacial en espacial.

Henri Bergson

En la filosofía de Henri Bergson designa el proceso de transformación de la auténtica duración real o tiempo verdadero en el tiempo de las matemáticas, de las ciencias y de la psicología de corte positivista. Así, según dicho autor, aquello que habitualmente denominamos tiempo no es el tiempo real, sino una mera abstracción fruto de una previa espacialización: una mera sucesión de instantes estáticos, indiferentes a las diferencias cualitativas y recíprocamente externos. Dicha concepción espacializada surge de la mera abstracción matemática y de la simplificación efectuada por el entendimiento, que es víctima de la tendencia esclerotizadora de un lenguaje que sólo es capaz de articularse a partir de unidades discretas.

En las ecuaciones de la física el parámetro t que representa al tiempo es reversible, pero en la vida real de la conciencia domina la irreversibilidad. Pero, la realidad, en cambio, tal como nos la muestra la auténtica experiencia (los datos inmediatos de la conciencia), es que el conocimiento de nuestra conciencia tiene características no espaciales. Los contenidos de nuestra conciencia -sensaciones, sentimientos, pasiones, esfuerzos- se captan de un modo peculiar: aparentemente, están como yuxtapuestos y diferenciados, cada uno con su singularidad y, mediante la inteligencia, los pensamos como dispuestos espacialmente. Se trata de una penetración de lo exterior en el interior, de lo que es espacio-temporal en lo que es internamente vivido. Pero, en lo profundo de la conciencia, en el yo interior, los estados de conciencia se funden y organizan en una unidad que no es espacial, sino que posee las características de la duración.

Desde el reduccionismo positivista los estados de conciencia son considerados como una multiplicidad numérica, en cambio, desde la óptica de los datos inmediatos de la conciencia se pierde esta multiplicidad numérica y sólo queda una multiplicidad cualitativa que el hombre percibe en una sucesión continua que enlaza el presente con el pasado, y en la que no se descomponen las vivencias, sino que se armonizan entre sí, como sucede, dice Bergson, con las notas de una melodía: es la duración, que es a la vez el tiempo real de la conciencia, tal como lo experimentamos profundamente por medio de la intuición, diferente del tiempo espacializado de las ciencias físicas.

La superación del estrecho punto de vista del mecanicismo y del positivismo implica también pensar dos clases distintas de orden para superar los falsos problemas engendrados por la espacialización de la conciencia (ver texto ). Aquella misma tendencia espacializadora del entendimiento inscrita en el lenguaje, y que está en la base de los modelos de explicación de las ciencias, engendra los dualismos materia-espíritu, determinismo-libertad, ser-nada, etc., que desde aquél punto de vista aparecen como irresolubles. Es especialmente conocido el análisis que efectúa Bergson del falso problema ( y su disolución) que enfrenta las nociones de ser y nada.

(ver texto 1 y texto 2 ).