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El dios «amor» en la mitología griega, entendido como «deseo pasional». La cosmogonía de Hesíodo, originario de Beocia, región donde se daba culto a Eros, lo presenta como la fuerza cósmica que preside la constitución del universo, que procede por unión de contrarios o por separación de contrarios previamente unidos, dando como resultado elementos naturales a los que -todavía- se les da nombres de dioses (ver texto ). En las cosmogonías órficas, en cambio, en las que el universo comienza con la separación en dos mitades de un huevo primigenio, para formar el cielo y la tierra, Eros nace de él (ver texto ) para dar origen a los dioses inmortales y con la función, al parecer, de reunir de alguna manera las dos mitades del cielo y la tierra, o de unir lo mortal con lo inmortal. En la literatura mitológica griega, Eros aparece entendido según dos maneras distintas: la olímpica y la mística.

La primera, que se corresponde con la narración de Hesíodo, representa el principio cosmológico de separación de los elementos naturales e impone entre lo divino y lo humano una separación insalvable, mientras que la segunda, que corresponde a la narración órfica del origen del mundo, es favorable a la unión de hombres y dioses. El Banquete de Platón menciona ambas concepciones, pero el discurso de Diotima, por boca de Sócrates, destaca el carácter de intermediario -de daimon- del amor: es el vínculo que une dioses con hombres y mantiene todo unido como un continuo (ver texto ); este papel de intermediario, atribuido al amor, da pie a la explicación de su origen mediante el mito del nacimiento de Eros por la unión de Poros y Penía, y a adoptarlo como símbolo de la filosofía, que ocupa también un lugar intermedio entre el saber, propio de los dioses, y la ignorancia, dado que es deseo intenso de saber, como el amor.

Sigmund Freud

En el psicoanálisis Freud recurre al nombre de Eros para designar el conjunto de instintos o pulsiones -sexuales, de autoconservación, de la libido, del yo, del principio del placer, etc.- que, a partir de Más allá del principio del placer (1920) identifica como pulsión de vida, cuya característica es la tendencia a la conservación de la vida, función que coincide «con el "eros" de los poetas y filósofos, que mantienen unido todo lo animado». Al Eros, o pulsión de vida, opone frontalmente la pulsión de muerte, a la que también denomina Thanatos, y entre la tensión y lucha que se crea entre ambos discurre la vida, no sólo del individuo, sino de la misma sociedad humana.


Bibliografía sobre el concepto

  • Reale, G., Eros, demonio Mediador. Herder, Barcelona, 2004.
  • Han, B-Ch., La agonía del Eros. Herder, Barcelona, 2014.

Relaciones geográficas

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