Se emplea en teología para designar el método según el cual, para hablar de Dios, después de haber afirmado de Él todas las perfecciones que se encuentran en la criatura y negado después que puedan aplicársele tal cual son, se vuelve a afirmarlas, pero en un sentido necesariamente misteriosos que Santo Tomás definirá como una analogía de la proporcionalidad.